Cuando Jossy G. llegó a La Pampa, en Madre de Dios, tenía 20 años. Fue en busca de mejores condiciones económicas, la situación era complicada, tenía una hija y no conseguía trabajo y se desesperaba. Un día, leyó junto a una amiga un aviso donde buscaban mujeres jóvenes para servir licor en un bar. Aceptó la oferta, sin saber que había sido captada para una red de trata con fines de explotación sexual. Ayer, a sus 22 años, fue asesinada.
Hoy, esta región amazónica se ha visto sacudida por el asesinato de esta joven madre. Para la PNP se trataría de un acto de venganza. Todo parece indicar que la víctima ya quería apartarse de ese mundo de explotación, por lo que fue eliminada.
Según las investigaciones preliminares de la Policía, la chica era obligada a prostituirse en un bar del kilómetro 108 de la carretera Interoceánica.
Su cuerpo sin vida fue encontrado con señales de estrangulamiento tras una búsqueda de varias horas emprendida por sus amigas. En este momento no hay detenidos.
Cuando las fuerzas policiales, militares y la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental lanzaron la Operación Mercurio en febrero del 2019 contra la minería ilegal del oro, las autoridades rescataron a decenas de mujeres, muchas de ellas menores de edad, lo que despertó la esperanza de que se frenara el flujo de víctimas.
Pero nada cambió. Los mineros ilegales se han trasladado a otras zonas de la selva, y los prostíbulos y bares han seguido su camino.
“Los mineros van a los bares y las chicas esperan afuera. Nada ha cambiado”, dice Brenda, una joven de 19 años quien pidió que no se usara su verdadero nombre porque su familia no sabía de su trabajo.
La trata de personas es el tercer delito que más dinero mueve a nivel mundial, 32.000 millones de dólares anuales, con cifras similares al tráfico de armas, en segundo puesto.
La Policía admite que muchas jovencitas que llegan de Puerto Maldonado y otras regiones son explotadas en prostíbulos disfrazados de bares o night club.
Hasta ahí llegan hombres poderosos que compran mujeres para hacer con ellas lo que quieran: las encierran, las drogan y las usan para armar fiestas privadas en las que, además de violarlas, pueden llenarlas de golpes y asesinarlas, como a Jossy.