Ruth Shady, descubridora de Caral, ciudadela más antigua de América, se enfrenta a los invasores de terrenos, quienes la han amenazado de atentar contra su vida. Ante esta situación, la arqueóloga instó al Gobierno a resguardar la seguridad del sitio arqueológico, pero hasta ahora no obtiene una respuesta clara.
En una entrevista con Perú21, Shady mostró su preocupación por la destrucción de Caral, debido a los actos de los traficantes de terrenos, quienes “se hacen pasar por agricultores” para quedarse en el lugar.
Según comenta, el hermano del cabecilla del grupo de invasores de tierras es Alejandro Solís, quien, a pesar de reclamar una parcela de Caral como suya, ha perdido en las instancias del Poder Judicial y la Corte Suprema. No obstante, desde 2017, las autoridades de Barranca no logran paliar este problema, pues “no actúan”.
La arqueóloga agregó que Sagasti prometió ayudarla, pero aún no han tenido una respuesta concreta. “Le pediría que, por favor, intervenga para que este Patrimonio Cultural de la Nación no siga siendo destruido”, recalcó.
En ese panorama, lamenta la actitud del congresista de UPP Almerí Veramendi, quien tiene un lote agrícola en Caral Alto, por lo que apoya a los invasores y no vela por el patrimonio cultural; además, él conversó con el alcalde del distrito, quien ahora sale en defensa de ellos.
“Y la Comisión de Ética del Congreso debería intervenir contra Almerí, porque no es posible que salga en la radio a decir que él es muy amigo del ministro del Interior, por tanto la Policía no sacará a los ‘agricultores pobrecitos’”, lamentó en la entrevista.
De acuerdo con Ruth Shady, los invasores de terreno no son agricultores. Tras recibir Caral el reconocimiento de la Unesco, los valores de la tierra se han incrementado, ellos, cuyo padre se posicionó antiguamente en el lugar, pretenden ahora reclamar una propiedad que no les pertenece.
Hace unos días, el arqueólogo encargado de la civilización, Alan Ríos, recibió un golpe en la espalda, mientras realizaba la supervisión del sitio.
Para la guardiana de Caral, no solo está en juego su integridad y la de sus colaboradores, sino también los espacios que han perdurado por milenios, los cuales pueden destruirse ante la maquinaria pesada que ha sido introducida ilegalmente.