Por: Milagros Berríos, Angela Valdivia y Óscar Chumpitaz
-Lo único que hicimos bien fue resistir.
Durante la quincena de mayo, el médico infectólogo Juan Carlos Celis y seis de sus colegas tuvieron que atender a más de 600 pacientes por día en el hospital regional de Loreto, en la ciudad de Iquitos, donde la pandemia dio su primer golpe. Faltaban medicamentos, equipos de protección personal y camas. De 7 de la mañana a 11 de la noche, el reducido equipo emitía recetas, revisaba casos críticos y cargaba los balones de oxígeno de sus enfermos. El virus avanzó a gran velocidad en esta ciudad, ahora, con la mayor seroprevalencia del mundo. “Y no hubo estrategia. Solo nos quedaba aguantar”.
En ese momento, todo el Perú ya se encontraba en cuarentena general y un estricto toque de queda. Hoy, pasados 200 días de la declaratoria de emergencia nacional por el nuevo coronavirus, ese mismo hospital reporta 2 pacientes y un fallecido atendidos las últimas dos semanas. El país, en tanto, alcanza los 818.297 casos y 32.535 muertes (ayer se reportaron 72 decesos). Se habla de un descenso, pero no definitivo frente al inicio de la cuarta fase de reactivación económica. El Ministerio de Salud (Minsa) dice que se prepara para un rebrote.
Desde que se dictó el aislamiento social obligatorio, a la par de países como Argentina, Bolivia, Colombia y Ecuador, el Perú extendió la medida 5 veces y, luego, la focalizó por regiones hasta el último miércoles, en que la levantó de manera general. Y si bien las restricciones cambiaron, no ocurrió lo mismo con la labor de los peruanos en primera línea: médicos, policías y hasta maestros que aún resisten.
Lo hacen por los que no lo lograron. En los 200 días de emergencia sanitaria han fallecido 197 médicos, 492 policías y alrededor de 1000 maestros, muchos de los cuales tuvieron que salir de casa para repartir materiales o dictar clases, según sus gremios. La Federación Médica Peruana (FMP) y el Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (Sutep) denuncian que han sido víctimas de un “abandono total” reflejado, por ejemplo, en la falta de equipos de bioseguridad que los protejan en su labor.
Juan Celis vio cómo la pandemia acabó con 13 colegas en su mismo hospital. Ahora, el personal que queda, y que busca restablecer un colapsado sistema hospitalario, ve con temor la segunda ola que cubre España. “El descenso es bastante largo. La infraestructura deteriorada, personal fallecido, y médicos enfermos que aún no pueden regresar. Se viene la crisis hospitalaria”, dice.
En el país, hay más de 4 mil médicos contagiados y 76 en UCI. El presidente de la FMP, Godofredo Talavera, detalla que en estos 200 días de emergencia sanitaria, la “capacidad de respuesta” de sus colegas se redujo hasta en un 30% por comorbilidades y edad, además de las muertes y los contagios. “Cuando hemos enfermado no hemos tenido oxígeno ni medicamentos”, asegura. Añade a esto la falta del pago del bono COVID-19, de equipos de protección personal, así como la toma de pruebas moleculares de forma continua.
Además de los médicos, otros profesionales de la salud como enfermeras y obstetras han perdido la vida en plena labor. Hasta agosto pasado, sumaban 400 muertes, según los colegios médicos.
Hace unos días, un hombre de 50 años llegó a la sede del escuadrón de emergencia del Callao para buscar al suboficial superior PNP Lucio Quispe Santillana. El motivo: darle las gracias porque le había salvado la vida.
A fines de abril, durante la cuarentena, el equipo de patrullaje del suboficial Quispe vio cómo este hombre se quedaba sin aire en plena Av. Argentina y nadie quería llevarlo a un hospital. Ellos, también rescatistas, decidieron hacerlo. “Vemos el lado humano”, dice. Cinco meses después, el rescatado no se olvidó de ellos.
Esto, dice el policía, es lo mejor que le ha pasado en estos 200 días de emergencia sanitaria. Lo más complicado ha sido el incumplimiento de la población, sobre todo, por la necesidad de trabajar. En marzo pasado, cuando comenzó el confinamiento, solo la mitad de los vecinos del Callao cumplía con las medidas sanitarias dictadas por el Gobierno. Luego, entre julio y agosto, cuando se alcanzó el pico de casos y al día se llegó a reportar cerca de 10 mil, un 80% las acataba. “Ahora la gente ya está haciendo su vida normal. Por las noches hacemos cumplir el toque de queda”, señala.
En este periodo, al policía le tocó retornar de la muerte por segunda vez. La primera fue hace 8 años luego de sobrevivir a la caída de un helicóptero. La segunda, en mayo pasado, cuando resultó contagiado de COVID-19. Tuvo fiebre y problemas para respirar. Todos los días se enteraba de que fallecía un compañero de su grupo de servicio.
De los casi 135 mil policías a nivel nacional, 17 mil ya han sido contagiados por COVID-19. Estos agentes, junto a los militares, están entre los más expuestos por su labor diaria en las calles. “La institución está siendo muy afectada”, dijo ayer el ministro del Interior, César Gentille, desde Oxapampa, una ciudad de la región de Pasco golpeada por la pandemia.
A estos peruanos de primera línea de batalla, se sumaron de forma imprevista los maestros. Ellos, que debían seguir sus labores de manera remota, tuvieron que salir de sus hogares y exponerse al virus para llevarles las tareas a los alumnos sin internet, repartir los cuadernos de trabajo y grabar programas radiales. También lo hicieron para enviar fotocopias a las comunidades nativas y entregar los desayunos de Qali Warma.
Cerca de 1.000 han fallecido en plena emergencia, muchos de ellos por COVID-19, según el Sutep. La mayoría fue en Loreto Áncash, Apurímac, Junín y Ayacucho. “Después de 200 días siguen sin indumentaria y aún reparten desayunos”, señala su secretario general, Lucio Castro.
A los seis meses de la emergencia, el Minsa analiza las medidas que han dado mejores resultados, dice la ministra Pilar Mazzetti, quien agrega que los índices de mortalidad de las últimas semanas se han reducido por la atención en los centros hospitalarios.
Asegura que, ante una eventual segunda ola, buscan asegurar la implementación de medicamentos contra el COVID-19 en los hospitales. También, dice, cuentan con indicadores de expertos sobre un mejor uso de oxígenos y medicamentos “para aliviar la parte respiratoria”. En tanto, los peruanos en primera línea solo esperan que esta segunda ola nunca llegue.
La ministra Pilar Mazzetti señaló que es probable que tengamos un segundo ensayo clínico en la siguiente semana. Asimismo, dijo que hay dos expedientes que están en curso de aprobación, con lo cual sumarían 4 ensayos clínicos en nuestro país.
Según los reportes del Minsa, del 30 de setiembre al 1 de octubre, el número de contagios fue de 3.468, y la suma total desde que se reportó el primer caso es de 818.297. Mientras tanto, la cifra de fallecidos asciende a 32.535. A diferencia de agosto, cuando los nuevos contagios superaban los 51.000 por semana, en setiembre los promedios han descendido hasta estar entre 36.000 y 39.000. Sin embargo, vale aclarar que el total de pruebas hechas también se ha reducido en los últimos días.
En el caso de los decesos, la situación se repite, pues en setiembre se ha reportado un descenso en el promedio semanal.
La caída también se ha observado en la cifra de hospitalizaciones, que a la fecha suma 7.511.
La FMP advierte que si bien la ocupación de camas UCI ha disminuido hasta en 15%, aún hay zonas donde se requieren, como Cutervo y Jaén (Cajamarca), Chiclayo (Lambayeque) y Juliaca (Puno).
Del total de contagios, el 83,92% se ha recuperado.
Juan Carlos Celis, médico infectólogo
“Se viene una crisis hospitalaria. En Iquitos, nos hemos concentrado en resistir, pero recuperar nuestra forma de atender nos va a tomar mucho tiempo. Espero que no llegue una segunda ola”.
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