Joyce Guzmán Pacheco
En tiempos de pandemia, ser mamá con trabajo remoto es una odisea pero una satisfacción. No solo se está pendiente de la rutina laboral mediante un computador, también de los hijos, la cocina, la limpieza de la casa, etc. Debe improvisar y sacar tiempo de dónde no hay.
“En la guerra y la cuarentena todo vale, tuve que retrasar una hora y media el horario de dormir a mi hijo Jano de dos años y medio. Eso permite que despierte al día siguiente más tarde y yo pueda participar de mis reuniones diarias con el equipo de la oficina. Así estoy enfocada en mi reunión virtual y luego lo acompaño a desayunar. Esto significa menos horas de sueño para mí, pero espero recuperarlas algún día”, nos cuenta Alejandra Nieto, quien labora en una entidad financiera y obligada al home office.
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Combinar ambas tareas provoca una serie de situaciones. En medio de una conversación formal, Jano llora por un golpe. “Ve a atender a tu chiquito y luego hablamos”, le dicen a Alejandra.
“No puedo negar que tiene sus lados positivos, ahora veo todo el día a mis hijos. Me comentan sus alegrías, historias, los calmo cuando se lastiman", narra Leslie del Águila. Esta docente de secundaria tiene dos hijos hombres de 5 y 7 años quienes todos los días juegan a los superhéroes, al fútbol o la patineta. "En cada juego hay un herido”, dice Leslie.
“Los veo aprender y descubrir cosas nuevas mientras yo detrás de una computadora lucho por entender cada uno de los nuevos programas y plataformas que debo utilizar en mi trabajo, envío correos y tengo reuniones virtuales, cocinar, limpiar, lavar la ropa y todas las actividades que hay en casa”, cuenta con alegría.
Shirley Guillén es corredora de seguros, siente que con esta rutina su vida dio un giro. “Me he convertido en versión premium. Nunca pensé verme teniendo una capacitación por Meet, sin cámara claro está. Mientras leo en el celular los mensajes de algún cliente, muevo el guiso de la comida, respondo a mi esposo y consulto al monitor de la charla si puede repetir los beneficios de las coberturas del nuevo producto”.
Ella, apasionada de los deportes de aventura, ahora mira por la ventana las montañas, esas a las que solía subir.
“Definitivamente, cuarentena para nosotras no es sinónimo de vacaciones, terminamos más agotadas que antes. Pero qué lindo es tener casi siempre días de películas, recibir los abrazos silenciosos y repentinos de mi hija, ver cómo mi esposo me ha enseñado que hay maneras no tan perfectas para hacer las cosas, pero eficaces, sobre todo sentir que la seguridad de tu familia es realmente lo más importante”.
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“En mi caso el esfuerzo definitivamente se multiplica. Particularmente, trabajo con demasiadas secciones porque enseño Educación Religiosa a 13 secciones, interactúo con casi 300 alumnos que requieren de mí sin horarios. De pronto me escriben, me llaman y son insistentes si no contesto”, nos cuenta Judith Cutimbo, docente de colegio nacional.
Sus dos hijos, en edad escolar, tienen un horario establecido para sus clases virtuales, les toman lista, se conectan a una plataforma virtual, pero en un centro educativo público las cosas son distintas.
“Tengo realidades y circunstancias muy distintas, alumnos que no tienen celular y por lo tanto de un sólo celular trabajan varios hermanitos. Alumnos que no han recargado su celular, por lo tanto se han quedado sin conexión. Son realidades tan tristes que sería inhumano e injusto no tomarlos en cuenta o llamarles la atención por no presentar a tiempo sus trabajos, al contrario, se les felicita y se les anima a seguir adelante", nos cuenta Judith.