El pasado 6 de abril, el Gobierno peruano, a través del Ministerio de Educación (Minedu), inició el programa Aprendo en casa, como parte de un servicio multicanal de educación a distancia que busca dar continuidad a las clases escolares que fueron suspendidas en su modalidad presencial por el avance del nuevo coronavirus.
Luego de casi dos semanas de iniciado el programa, el presidente anunció que, tras las diferencias encontradas entre los escolares de las zonas rurales y urbanas con respecto a la conectividad y las herramientas para poder acceder a la plataforma, decidió que se entregarán 8.400 tablets con servicio de internet móvil a los alumnos de bajos recursos, sobre todo de la zonas alejadas del país.
Aprendo en casa es el más reciente intento de un Gobierno por implementar la educación digital en el país. Sin embargo, antes hubo otros proyectos que quisieron cumplir ese objetivo sin mucho éxito.
En 1998, en medio de la dictadura de Alberto Fujimori, se aprobó el Programa Piloto de Educación a Distancia (EDIST), un proyecto innovador que buscaba mejorar la cobertura de la educación básica en las zonas rurales por medio de la señal satelital. Sin embargo, no fue recién hasta el 2000 que se comienza a poner en marcha, sobre todo por la cercanía de las elecciones presidenciales.
Según la investigación de Rocío Trinidad (2003), EDIST se desvirtuó debido a que a los objetivos educativos se le sumaron fines políticos que buscaban generar impacto positivo en la reelección de Alberto Fujimori. Es así que el programa no tuvo una etapa adecuada de planificación, lo que provocó que no cumpliera con todo lo prometido.
EDIST llegó a 101 centros poblados de la costa, sierra y selva del país. Tras el fin de la dictadura y luego del Gobierno de transición, este fue absorbido por el Proyecto Huascarán debido a sus múltiples cuestionamientos por la falta de distribución de materiales y su permanente estado “piloto”, el cual provocó problemas en su funcionamiento.
En el 2002, durante el Gobierno de Alejandro Toledo, se pone el marcha el Proyecto Huascarán, la política educativa más innovadora de inicio de siglo para la educación el país. Su objetivo fue ampliar la calidad y cobertura de la educación mediante el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).
En su primera etapa, el Proyecto Huscarán buscó el desarrollo de las TIC priorizando no sólo el acceso, sino también el uso y la apropiación de estas nuevas herramientas digitales, para así dotarla de sostenibilidad en el tiempo.
Plan Huascarán
Sandro Marcone, primer director ejecutivo del Proyecto Huascarán, señaló a La República que dicho proyecto significó un hito porque era la primera vez que se promovía una estrategia de alcance nacional, además que combinó todos los esfuerzos aislados en un solo plan y porque era la primera mención del internet en la escena política.
Sin embargo, reconoció que el proyecto fracasó porque no se cumplieron con los propósitos y las visiones que se tenía. “Cuando tu lees que el primer objetivo era conectar todos los colegios públicos del país, ves que en realidad eso no se logró”. Pese a ello, Marcone señaló que es importante reconocer que la conectividad que logró el Minedu en ese contexto no se ha logrado superar hasta ahora.
huascarán
En el 2007 se crea la Dirección General de Tecnologías Educativas (DIGETE), un órgano dependiente del Minedu, con el objetivo central de incorporar las TIC en el proceso educativo. Al mismo tiempo, el Proyecto Huascarán es absorbido por la propuesta de Alan García.
Durante su segundo gobierno, una de las principales políticas de tecnología educativa consistió en la compra y distribución de computadoras “XO” como parte del Programa Una Laptop por Niño, versión peruana del programa internacional One Laptop per Child (OLPC), una organización que buscaba apoyar la educación de los niños más pobres del mundo con la entrega de una laptop para su uso en la escuela y en casa.
El programa inició en 2008 con la distribución de 40 mil computadoras en 500 escuelas y llegó a entregar hasta 850 mil laptops XO. Su objetivo inicial era distribuir cada una a los niños más pobres de las zonas rurales, basados en la creencia que la sola entrega de una laptop podría lograr cambios en el aprendizaje.
educación
En la segunda etapa del proyecto se tuvo que abandonar el modelo 1 a 1 por falta de recursos y se optó entonces por entregar una laptop por cada diez alumnos en el resto de escuelas primarias a nivel nacional. En ese tiempo nacen los Centros de Recursos Tecnológicos (CRT) que sirvieron como espacios para la interacción con las nuevas tecnologías.
Según la profesora en Tecnología de Información y Comunicación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Rosa Cusipuma, para organismos internacionales como la Unicef, este proyecto no fue una gran experiencia de educación digital porque le faltó definir objetivos como a quién entregar, cómo entregar y para qué entregar a los niños estas laptops.
Una laptop por niño
Marcone también detalló que una de las evaluaciones del Banco Interamericano (BID) sobre los efectos de este proyecto demostró que no hubo diferencias en la enseñanza con la entrega de estas laptop. Asimismo, un estudio del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), concluyó que hubo falta de competencia y adaptación de los profesores para el uso de las laptop debido a la poca capacitación que se les brindó en dicho período.
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Los primeros años del Gobierno de Ollanta Humala, la Digete intentó mejorar el proyecto “Una laptop por niño”, bajo los parámetros de corregir los errores cometidos en el pasado. Se volcó las fuerzas en la capacitación de los docentes y en mejorar la conectividad que había sido relegada en el mandato anterior.
En el 2013, asume el ministro Jaime Saavedra y los proyectos relacionados con la implementación de las TIC en la escuela quedan suspendidos por las nuevas prioridades del ministro como los Colegios de Alto Rendimiento (COAR) y la implementación de jornadas escolares completas.
En medio de la crisis sanitaria por el nuevo coronavirus, el Ministerio de Educación apuesta por una nueva estrategia de educación a distancia que busca corregir, en el proceso, los errores del pasado. Aprendo en casa es una plataforma que intenta llegar a la mayor cantidad de la población escolar; sin embargo, las enormes brechas de acceso a las TIC han relegado a los alumnos más vulnerables económicamente. La respuesta que ha planteado el gobierno de Martín Vizcarra consiste en la compra y distribución de tablets con internet móvil gratuito y que puedan ser cargados con energía solar.
La medida ha provocado diversas posturas. Como punto a favor se puede deducir que -esta vez- los equipos tecnológicos ya no son el fin del proyecto sino una herramienta dentro del engranaje que intenta construir el Gobierno en el largo plazo. Pese a eso, aún siguen quedando en el aire puntos centrales como la capacitación docente y una mejor sintonía entre la plataforma y el contenido que se difunde por los medios masivos; la apuesta es muy grande y habrá que esperar para ver si el futuro le da la razón o manda, una vez más, este proyecto al listado de los fracasos.