Juan Carlos Soto
Exlíder de Radio Futura, banda española de rock que apostó a fusionar su sonido. Como solista, profundizó esa búsqueda, siete discos lo reflejaron.
En esta entrevista, Santiago Auserón —su nombre real— habla de música, política, tecnología y su expectativa de llegar a una ciudad que conoce solo de oídas. Algunos amigos le han dicho que Arequipa guarda la herencia española y es un enclave de la cultura peruana.
Muchos fans conservan una imagen suya de rockero irreverente. Los Beatles aparecen como una banda influyente. Todos querían ser rockeros cuando los escucharon. ¿Qué queda hoy de ellos, son arqueología musical o aún están vigentes?
Cierto grado de irreverencia es un componente básico del rock. Conviene preservar un poco de esa chispa cuando uno se hace mayor, sobre todo desde el punto de vista creativo. Para toda la gente de mi generación, el descubrimiento de los Beatles fue un punto de inflexión, recuerdo el día en que escuché la primera noticia acerca de ellos en una vieja radio Marconi, se podía palpar la electricidad en el aire. Hoy suenan más asimilables, pero aún son una escuela para la composición de canciones.
Radio Futura y Seguridad Social representaron el rock latino de España, la búsqueda de la fusión y transculturación. ¿En qué momento se dieron cuenta de que ese era el camino?
Semilla negra fue el primer tema, en el que nos apartamos del influjo anglosajón en 1982. Se me ocurrió tras escuchar una cinta de cumbia jazz fusión de Charlie Mingus, que me regaló un barman de Zaragoza. Luego, comenzamos a buscar imágenes de los ambientes rurales españoles y empezamos a hablar de “rock latino”. Los viajes a Cuba, desde el 84, tuvieron algo que ver, la manera negra y mulata de cantar en nuestra lengua fue todo un descubrimiento.
En los ochentas, se hablaba de La Movida Madrileña con muchas bandas de rock españolas, ¿son fenómenos agotados en estos tiempos?
La Movida Madrileña —y de otras ciudades españolas— fue el producto de un momento histórico, del acceso de los hijos de clase trabajadora a la universidad, de la mezcla de clases sociales en los bares y en las galerías de arte. Lo que ocurría en las calles se transformó en fenómeno mediático y, finalmente, en mercancía controlada por la industria y por los medios de mayor audiencia. Eso acabó con la sensación de renovación cultural. Los muchachos siguen haciendo música y arte, pero la sociedad no los reconoce. La creación artística acaba siendo un fenómeno de resistencia. El rock de calidad es hoy minoritario, como lo fue siempre la poesía o el arte más selecto.
¿Ha muerto el rock?, ¿ha sido avasallado por el reguetón?
Si ha muerto el rock, pues casi mejor, para que deje de degradarse y sea una referencia como el blues, el jazz, el rhythm & blues, el son o la bossa nova. El reguetón es una simplificación reiterada de la síncopa rítmica, pero cuidado, porque en música se puede empezar por cualquier cosa y acabar en la otra orilla. Conozco a punkies que hoy escuchan jazz y aprecian a Juan Sebastian Bach.
¿Defiende el reguetón como expresión musical? El problema son las letras, promueven lo instintivo, lo primitivo, el machismo, etc.
Como está orientado al baile y a la provocación sexual, da lugar a expresiones chabacanas, vejatorias para las mujeres. En la tribu africana de origen, esa gestualidad sexual es un rito que tiene valor cultural. No me parece mal que la música sea capaz de recorrer todo el espectro que va desde el instinto hasta la inteligencia matemática. Si se queda en lo más simple, resulta empobrecedora.
Se critica al reguetón por sus letras explícitas en lo sexual, pero en el rock la trilogía era peor: sexo, drogas y rock and roll.
La fórmula “sexo, drogas y rock and roll” era un eslogan comercial. Había sexo y drogas en el rock, pero no más que en el jazz o en algunos salones de música clásica. Si estás drogado en escena no aguantas el ritmo, no suenas bien. Si te obsesionas con los encuentros sexuales, se te complica la vida. Los literatos más premiados también saben de eso. De modo que envejecer haciendo buen rocanrol requiere algo de control, lo mismo que en cualquier otro género de música.
Su cartografía musical indica que lo vuestro es esencialmente la música afrocaribeña. Hay unos discos consagrados a ello y también unas memorias llamadas Semilla del son. Crónica de un hechizo...
Lo mío es la mezcla de músicas blancas y negras, sean de origen anglosajón o hispano. El libro Semilla del son. Crónica de un hechizo, que se presentará en el Hay Festival de Arequipa, es un relato de mi experiencia cubana durante más de tres décadas. Cuba es el lugar donde el influjo negro trabajó más a fondo el verso español. Pero me interesan todas las músicas de América Latina, indígenas, blancas y negras. Hay que investigar el componente autóctono, la manera en que la música indígena modifica uno u otro influjo.
Musicalmente, ¿le debemos mucho a África?
Bueno, dicen que toda la especie humana proviene de África. En lo musical, le debemos una lección de primer orden: la respuesta musical de los esclavos africanos en América hace más amable la vida de todo el planeta.
Usted es filósofo de profesión. A estas alturas de su vida, ¿tiene más certezas o más dudas?, en tiempos dominados por los aparatos tecnológicos y la inmediatez de la información, sin capacidad de procesarla.
Soy músico de profesión y aprendiz de filósofo, estudiante perpetuo, menos mal que ya no tengo que pasar exámenes. La filosofía debe formular preguntas adecuadas para cada periodo histórico o bien intemporales, válidas para cualquier época. Por ejemplo: ¿qué tipo de libertad proporcionan los soportes electrónicos y la velocidad de la información? ¿A partir de cuándo esa libertad se transforma en sometimiento? ¿Va a ser capaz Latinoamérica de generar corrientes de pensamiento que se libren de la amenaza de robotización y sean capaces de preservar la naturaleza?
El mundo está convulsionado socialmente. Hay protestas en Barcelona, Chile, Bolivia, etc.
Todo el mundo vive procesos de transformación inquietantes a causa de la desigualdad social, de la relación con las potencias dominantes, de la evolución del concepto de ciudadanía democrática y de la rápida degradación de la naturaleza. En España, todavía no hemos encontrado la manera de gestionar nuestra propia diversidad. Tenemos que pensar en las soluciones para el ámbito cultural más amplio. Latinoamérica tiene que aportar su idea de futuro para la humanidad.
¿Cuba y Venezuela le generan alguna opinión política? Son definidos como países hundidos por dictaduras.
Los procesos revolucionarios de América Latina responden a una situación extrema de abuso por parte de las oligarquías, pero desembocan en regímenes personalistas o militaristas, que se ven abocados a administrar la pobreza y no resuelven las aspiraciones democráticas. Hay que encontrar el camino para garantizar la participación ciudadana, el disfrute individual de la vida y el futuro de las nuevas generaciones.
Milko Torres
Artista visual e investigador independiente
Alrededor de 1986, surgió en Latinoamérica el fenómeno denominado Rock en tu Idioma. Por primera vez, la industria musical consideró el rock latino debido a una demanda del mercado.
El rock en español estuvo influenciado por La Movida Madrileña, un movimiento contracultural surgido durante los años de la transición de la España posfranquista. Una de las bandas españolas más destacadas en los ochenta fue Radio Futura. Al igual que el resto, este grupo tuvo mucha influencia en sus inicios del pop norteamericano, rock inglés y sus vanguardias.
En realidad, La Movida Madrileña no era muy original, porque imitaba mucho a los británicos. En 1981, Radio Futura comienza a alejarse de este estilo. La banda, liderada por Santiago Auserón, dio un giro hacia la música latinoamericana, en especial la del Caribe, dotando a su estética de un sabor fresco y original. Se convirtieron en los precursores del rock latino; fomentaron la fusión del rock, el pospunk, el jazz y el blues con géneros tropicales, como la salsa, la rumba, el son o el merengue. De esa mezcla, nació el rock latino en España, México, Argentina, Chile, Perú, Colombia, etc.
Santiago Auserón continuó la senda de la fusión al concluir su etapa con Radio Futura. Desde 1993 se lanzó como solista con el nombre de Juan Perro. Fue un cantante y productor que mezcló estilos y promovió la sinergia entre música, arte, investigación y pensamiento libre. El quiebre que dio junto a su banda y de manera individual ha logrado generar un nuevo puente entre España y Latinoamérica, aporte que, de alguna forma, dio un giro al rumbo de la cultura hispanoamericana. Eso generó en nuestros países el surgimiento de bandas de rock que se enfocaron en comunicarse con su pueblo y expresar algo propio, en una lengua que todos podrían entender.