José Víctor Salcedo
Se puede afirmar que, en Sallani y Phinaya, brota la fuente de vida para Cusco. Ambas son comunidades campesinas en las provincias cusqueñas de Canchis y Quispicanchi, localizadas a casi 5000 metros de altura.
En su territorio, hay nevados y lagunas que surten de líquido a decenas de pueblos de la región. Además, alimentan un ecosistema de flora y fauna. En estas comunidades, se pretende crear el Área de Conservación Regional de Ausangate (ACR Ausangate). Eso garantizaría el abastecimiento de agua.
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La iniciativa abarca 72 534 hectáreas de montañas, glaciares, lagunas, animales y especies vegetales. El proyecto nació en 2008 y, ocho años después, concluyó la redacción del expediente. La propuesta está en manos de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) para su aprobación.
La amenaza
Sin embargo, el proceso de creación del ACR Ausangate está frenado. Incluso podría sufrir un revés por la presencia de ocho concesiones mineras y nueve petitorios para explorar litio. El Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (Ingemmet) otorgó las concesiones y admitió los pedidos entre noviembre de 2018 y mayo de este año en una extensión de 13 400 hectáreas. Se estima que 6295 se encuentran superpuestas al territorio del ACR Ausangate. Incluso dos están situadas en el nevado Quelccaya.
“Si las concesiones mineras prosperan, el riesgo es que nos quedemos sin agua”, sentencia el alcalde del distrito de Pitumarca, Benigno Fredy Vengoa Caro. El burgomaestre pide la anulación de esas concesiones y apuesta por la intangibilidad de este territorio. “Aquí, en Pitumarca, tenemos claro que no queremos minería”, refiere. El 3 de agosto próximo, habrá una reunión para decidir “qué acciones tomamos”, señala el alcalde respecto a las concesiones mineras.
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Riqueza de Sallani
La República recorrió estas dos comunidades. Sallani, a 4500 metros de altitud, es la puerta de ingreso a la propuesta del Área de Conservación Regional Ausangate. En las montañas, pastan alpacas, ovejas y llamas. En torno a las lagunas, habitan wallatas y gaviotas. Avanzamos y aparecen manadas de vicuñas y bandadas de aves, así como parejas de cóndores. Según las evaluaciones ecológicas de expertos que formularon el expediente del área de conservación, en este territorio hay 77 especies de aves, 25 de mamíferos y seis de anfibios. En la lista se mencionan, entre otros, al puma, taruca, sapo andino, cóndor andino, wallata y canastero frontirojizo. Se suman el flamenco chileno, el montañés barbudo y otros. De la variada avifauna, una docena está en peligro de extinción, mientras que otras especies han sido catalogadas como “casi amenazadas” y hay especies “endémicas”. Se les llama así cuando su existencia está restringida a una ubicación geográfica muy concreta y fuera de ella no pueden vivir.
Belleza de Phinaya
Hemos llegado a 5 900 metros de altitud, territorio de la comunidad campesina de Phinaya. El viento glacial silba y arrastra los pastos amarillentos con dirección a la cadena de nevados del Ausangate. El sol opacado por las nubes cae sobre los campos.
En Phinaya, está la laguna Sibinacocha, la segunda más grande de Cusco después de Langui-Layo en Canas. Es un inmenso depósito de agua dulce que surte del líquido al río Vilcanota, que a su vez da agua potable al 53% de la población de la provincia de Cusco, más de 427 000 habitantes. La generación de energía eléctrica en la Hidroeléctrica Machupicchu y la agricultura también dependen de ella. Su capacidad de almacenamiento llega a 110 millones de metros cúbicos de agua (m³/agua).
Sibinacocha está casi en el centro de una extensa red de lagunas de menor tamaño, por lo menos son cinco, además de bofedales. Todas las fuentes de agua se alimentan de los glaciares de la cordillera del Vilcanota.
“Sin el agua que da esta laguna, en temporada de sequía, no podría funcionar la hidroeléctrica y más de la mitad de los cusqueños dejarían de tener agua en sus casas”, precisa Porfirio Zegarra, especialista de la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA).
Una eventual desaparición de Sibinacocha y otras lagunas afectaría la crianza de camélidos sudamericanos, única fuente de ingreso económico de los comuneros. En Sallani y Phinaya hay grandes extensiones de pastos naturales gracias a las lagunas y los nevados. Cada productor cuenta en promedio con 100 o 200 cabezas de ganado. Hay otros, más prósperos, que poseen hasta 5000 ejemplares. Ambas comunidades campesinas son las protectoras de esos recursos. Saben que de ellos depende su supervivencia.
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Nevado en peligro
El nevado Quelccaya, a 5650 metros de altura, es uno de los más importantes de la cordillera del Vilcanota y es parte de la propuesta de ACR Ausangate. Es un gigante en forma de domo (cima semiesférica) y es considerado como uno de los casquetes glaciares (masa de hielo) tropicales más grandes de la tierra.
Quelccaya supera en importancia a los glaciares Ausangate, Cuncapata, Sorañaño, Japupunta, Jatunhuma, Chumpe, entre otros. Con sus 44 km² de masa de hielo, concentra casi el 20% de toda la capa glaciar de la cordillera del Vilcanota. Pero el calentamiento global empezó a derretirlo y una eventual luz verde a la explotación minera empeoraría la situación.
El especialista Porfirio Zegarra y el alcalde de Pitumarca, Benigno Vengoa, confían en que el Gobierno priorizará la protección de ese sitio natural. “Eso (el deshielo y la desaparición) se puede evitar”, dice Zegarra.
Según el Inventario Nacional de Cordilleras Glaciares del Perú, hecho en 2016 por el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem), la cordillera del Vilcanota, incluido el Quelccaya, desaparecerá en el año 2075.
Sucede que el área glaciar de la cordillera disminuyó de 495.05 kilómetros cuadrados (km²) a 255.44 km² en 53 años. Hubo un retroceso de 48.40% en medio siglo. “Sin embargo, esta tendencia se ha agudizado en los últimos años”, precisa Inaigem, dado que su tasa de retroceso anual es de 4.47 km².
La desaparición de la cordillera dejaría sin agua a gran parte de la población cusqueña. El río Vilcanota, que atraviesa y riega los campos de cultivo de ocho de las trece provincias de la región imperial, empezaría a sufrir estrés hídrico. No hay que perder de vista que la cordillera del Vilcanota es la segunda cordillera glaciar más grande del Perú, después de la cordillera Blanca. Su desaparición sería una catástrofe. El pronóstico es apocalíptico, pero, sobre todo, científico.
Hábitat. Bofedales proveen alimento a los auquénidos.
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