Por Melina Ccoillo Sandoval
A los ocho años, un niño ya encuentra motivos para sentirse triste, y uno de los principales es haber sido víctima de castigos o agresiones físicas, ya sea dentro de su casa o en su colegio.
Esta preocupante realidad fue revelada por un estudio longitudinal realizado por Unicef y el Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade) durante 14 años, entre el 2002 y 2016. Esta investigación fue dada a conocer en el lanzamiento de una campaña contra la violencia infantil en el municipio de Lima.
“Uno supone que los niños están seguros en el hogar y en el colegio y estos son, precisamente, los lugares más peligrosos”, indicó Olga Isaza, representante adjunta de Unicef en el Perú.
Según el estudio, los motivos más comunes de infelicidad entre los niños y niñas de ocho años son ser víctima de castigo o agresión física (21%) y que les peguen otros niños (3%).
Estas agresiones vienen principalmente de compañeros (15%) y profesores (7%).
Cabe destacar que, según la investigación, es más probable que los niños de áreas rurales reporten ser infelices por la violencia física de los docentes, mientras que en áreas urbanas es más probable que reporten haber sido víctimas de violencia física en su barrio.
Los perpetradores de la violencia pueden ser múltiples. El agresor más común de violencia física a los 15 años es un miembro de su familia; mientras que a los 22 es una persona extraña (16%). “Se observa un cambio importante de agresor ligado a los entornos que más frecuenta el/la joven a medida que crece”, se explica en el estudio.
Con respecto a la violencia psicológica, el agresor más común es el compañero de estudios, 24% reportado a los 22 años y 30% a los 15 años.
Otro dato importante que reveló el estudio es que son las mujeres adolescentes las que presentan más probabilidades de convertirse en víctimas de alguna clase de bullying, verbal o indirecto, a la edad de 15 años.
El objetivo del estudio realizado por primera vez en el Perú es generar nuevas evidencias sobre la prevalencia de la violencia interpersonal y cómo se han acumulado durante el ciclo de vida. Así, es momento de replantear actitudes cotidianas.