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Política

José Ragas: “Lo que básicamente está ocurriendo aquí es una suerte de dictadura congresal”

En diálogo con La República, José Ragas, historiador de la Universidad Catolica de Chile, sostuvo respecto a las acciones que está tomando el Congreso que, desde su perspectiva, no están "cumpliendo con sus función de contrapeso", sino más bien se encuentran "completamente a sus pies" del Gobierno que preside Dina Boluarte.

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Advertencia. A Ragas le preocupa que la reacción a nuevas protestas sea mucho más dura. Foto: La República

El historiador peruano radicado en Chile, José Ragas, analiza algo que otros observadores han empezado a advertir, cada vez con mayor insistencia: que estamos presenciando una arremetida institucional desde el Congreso. Ragas está de acuerdo con esta premisa y en la siguiente entrevista ofrece sus razones.

—Distintos analistas señalan que hay un copamiento institucional desde el Congreso. ¿Usted ve lo mismo?

Cuando uno ve la dinámica política y se da cuenta de que lo que básicamente está ocurriendo aquí es una suerte de dictadura congresal. El Parlamento no cumple su función de contrapeso en la separación de poderes y lo que más bien ha hecho es formar una coalición junto con un Ejecutivo que está completamente a sus pies. Dina Boluarte es una presidenta tan o más débil que Pedro Castillo. Al mismo tiempo, las bancadas en el Parlamento se encuentran alineadas ideológicamente y en función de lobbies, que lo que buscan es copar instituciones, aunque manteniendo una fachada democrática. Así lo hemos visto con la Defensoría del Pueblo y ahora pretenden ir sobre los organismos electorales.

—Quienes señalan que estamos frente a un copamiento institucional también ponen como ejemplo lo ocurrido con el Tribunal Constitucional.

Exactamente.

—¿Pero no es cierto que la elección del TC y del defensor del Pueblo es una responsabilidad constitucional del Congreso establecida desde hace buen tiempo? ¿Por qué preocupa recién ahora?

Porque los criterios de elección no han sido meritocráticos, no se ha elegido a alguien que destaque por estar preparado o que tenga una agenda autónoma. Es un problema porque en el caso de la Defensoría, por ejemplo, se termina afectando a la institución en sí misma. Se crea una distancia, no solo con la persona a cargo, sino entre la gente y la propia entidad. Gutiérrez no es alguien con un perfil necesariamente apto. Están poniendo a gente dócil que pueda servir a los intereses del Congreso.

Boluarte promulgó ley que permite al Congreso y PJ designar a sus propios procuradores. Foto: composición Alvaro Lozano/La República

—Lo de Gutiérrez fue un acuerdo entre bancadas ubicadas a los extremos.

Exactamente. Son extremos que han llegado a un acuerdo sobre la base de un discurso justificatorio que se opone a los que llaman “caviares” y a la derecha liberal para poder hacer lo que quieren. La agenda común es el poder, eso es lo que los tiene unidos.

—¿No es una hipérbole hablar de dictadura congresal?

No. Lo que ocurre es que uno siempre, cuando piensa en dictadura, imagina un golpe militar de una forma más tradicional. Pero de lo que se trata es de cómo esos tipos de acumulación de poder van cambiando en el tiempo. El problema con denominar dictadura solo a los Gobiernos de corte militar hace que se pase por alto a otros casos, como el Perú, en donde una rama del Estado empieza a acumular mucho poder que hace y deshace y trata de criminalizar cualquier disidencia. Hay una dictadura congresal porque el Parlamento se ha convertido en el primer poder del Estado, tal cual ellos mismos se denominan, y actúan con la intención de eliminar los contrapesos. Ahora también desean tomar decisiones a nivel diplomático, como salirse de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

—¿El Ejecutivo es funcional a este comportamiento? ¿Cree que es un Gobierno que ya terminó por ceder?

Eso quedó muy claro desde que Dina Boluarte asumió. Lo que se ve es una especie de acuerdo interno. Yo diría que lo que se puede apreciar es una dependencia mutua. El Ejecutivo no puede decidir su agenda política, menos la presidenta. Es un Gobierno cuya suerte se encuentra atada a lo que ocurra en el Congreso.

—¿Ve alguna posibilidad de cambio? Hace algunos meses, la discusión iba por el adelanto de elecciones, que casi que se hacía inminente. Ahora ese tema ya desapareció de la agenda. Es verdad que arribaron urgencias, como la crisis climática y ahora lo del dengue, por ejemplo.

Un cambio inmediato, no. Luego de las protestas, el Gobierno no ha tenido ningún problema en reprimir y, tal como lo han señalado distintos organismos internacionales, ser responsable de la muerte de varias personas. Lo que se puede decir es que hay un descontento, eso se ve reflejado en las encuestas. Está la inflación, ahora el dengue, una enfermedad sobre la que se advirtió y no se hizo absolutamente nada. Solo hubo preocupación para que el dengue no llegue a Lima, pero no hubo preocupación por el resto del país. Al mismo tiempo, hay una criminalización de la protesta, lo que hace difícil que la oposición sea masiva. Viene una nueva “toma de Lima”, lo que significa que la movilización no se ha detenido. Lo que yo veo es una tensión social y lo que me preocupa es que si efectivamente pasa algo, la reacción puede ser mucho más violenta.

Las rondas campesinas insten en la renuncia de la presidenta Dina Boluarte. Foto: composición Alvaro Lozano/ La República

—¿Más que lo que vimos en diciembre y enero?

Sí. Y es complicado. Ningún poder del Estado tiene legitimidad. ¿Cómo construyes algo si no tienes ningún tipo de autoridad?

—Le cambio el tema. Usted vive en Chile. ¿Cómo se explica lo ocurrido ahí? El nuevo Consejo Constitucional, que deberá escribir una nueva constitución, será dominado por la derecha. De hecho, la derecha radical acaparó el mayor número de votos. Es un movimiento pendular si se recuerda que la Convención Constitucional, cuya propuesta de nueva constitución fue rechazada, tenía un perfil más progresista.

Es la pregunta del millón que todos nos hacemos acá: ¿qué pasó? ¿Cómo pasas de una asamblea muy progresista, muy abierta, masiva, a lo que se ha visto hace unas semanas, que recuerda un poco al Congreso peruano, no? Diría que hay muchos factores. Hay cosas que no se tomaron en cuenta.

—¿Cuáles?

El borrador constitucional que se rechazó era de avanzada. A veces, presionar el acelerador es complicado porque terminas generando resistencias. Cambiar muchas cosas a la vez puede ser muy bueno; sin embargo, de alguna manera la votación se terminó convirtiendo en una especie de plebiscito sobre el Gobierno (de Gabriel Boric). La derecha fue muy hábil en despertar miedos. Pero no quiero decir que solamente hubo manipulación. También es verdad que se vio mucho cansancio de la gente. La crisis luego de la pandemia ha afectado bastante. Además, faltó informar sobre qué puede hacer y qué no una constitución.