Reconocer la posibilidad de un ministerio para Fuerza Popular es arriesgar el ingreso a un nido de avispas. Hay en el fujimorismo distintos grados de distancia frente al gobierno entrante, por menos en este momento. Un limitado compromiso ministerial que les puede gustar a unos puede ser muy irritante para otros. Antes de sentarse a conversar con Pedro Pablo Kuczynski, los fujimoristas van a tener que arreglar las cosas entre ellos mismos. En sus declaraciones sobre cuándo reconocer el resultado electoral transpiran esas discrepancias, y a duras penas se mantienen dentro de un mismo marco conceptual. Es verdad sostenida que hay por lo menos dos tendencias dentro de Fuerza Popular. Los que vienen de la campaña de Keiko Fujimori, los que mantuvieron la distancia por discrepar de la estrategia de esa campaña (y probablemente ahora sienten que tuvieron la razón), y los que ahora están allí por un acuerdo desde fuera. Una lógica habitual dice que la ex candidata podrá subsumir a los tres sectores y proyectarlos en una misma dirección. Esto puede resultar cierto para unas cosas, pero no necesariamente para otras, que serán el tema de discordia interna. Entre estas últimas está la relación con el Ejecutivo de Pedro Pablo Kuczynski, por cierto. PPK no tiene más alternativa que orientar sus aperturas hacia Keiko Fujimori, con la esperanza de que ella logre un acuerdo distinto que levantarle una muralla china al nuevo Ejecutivo. Esto dependerá de cuánto poder ella conservará como candidata derrotada. Sus rivales internos buscarán ganar en la confrontación radical lo perdido en las urnas. Una ventaja de Keiko Fujimori es que cualquier avance importante del sector años 90 probablemente ponga en riesgo la cohesión de la bancada, que es el único capital político con el que el fujimorismo va a contar, por lo menos hasta el 2018. Sin embargo ese sector ya parece estar contaminando a voceros que antes de la derrota parecían probados keikistas. De modo que hasta ahora el tema del diálogo y el entendimiento está en la cancha de Keiko Fujimori, no en la de PPK. La demora en reconocer la derrota es parte de ese problema interno fujimorista, como la demora en votar PPK fue parte del problema interno de Verónika Mendoza.