Los políticos en el Perú persisten en usar lenguajes agresivos para enfrentar cuestionamientos y confrontar a sus críticos y opositores. De la polarización en la política del país, se ha pasado a un desmadre de discursos violentos de los políticos actuales. Este se muestra en espontáneas declaraciones, pero ahora también aparecen en medios de comunicación institucionales.
El alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, destinó las redes sociales oficiales de la municipalidad para atacar a la prensa y sus críticos, quienes le cuestionaron querer usar la vía del Metropolitano para evitar la congestión vehicular que sufren los demás.
“El caos del tráfico es originado por la corrupción apañada por los pasquines mermeleros El Comercio, La República y otros”, dice el comunicado publicado el último domingo 19.
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El delirante texto tiene el estilo agresivo de López Aliaga, que lo identifica desde la campaña.
El 2021, al pasar Pedro Castillo a balotaje para la presidencia, López Aliaga llegó a gritar en un mitin: “Muerte a Cerrón y a Castillo”. La comunicadora y magíster en Ciencia Política Iris Jave, docente de la Universidad Católica (PUCP), advierte el peligro de tales agresiones. “Esa violencia se instala en autoridades con lenguaje, gestos y énfasis. Para un país con tanta violencia, es muy peligroso que autoridades la reproduzcan”, dice.
El congresista Jorge Flores Ancachi, de Acción Popular, insultó a un reportero del programa ‘Cuarto poder’, de América TV, cuando le hacía una consulta relacionada con el caso Los Niños.
“Yo te voy a denunciar a ti (…). Estoy cansado de que la prensa se dirija a Jorge Flores, un señor arquitecto de Puno, como uno de ‘Los Niños’. (…) Averigua bien, pues. ¿Qué te has creído tú? Ya ha pasado mucho tiempo y no demuestran. ¿Qué Niño?... Imbécil… imbécil”, le espetó.
El sociólogo Jerjes Loayza, profesor de la Universidad de San Marcos, señala que esta violencia verbal no es algo nuevo, que existe desde hace mucho.
“Nuestra estructura histórica en torno a la política es autoritaria. Se ha hecho política vituperando e injuriando. Quien insulta más veces gana contiendas. No importa que no se tengan pruebas”, aduce.
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La congresista Kira Alcarraz, de Podemos Perú, no se contuvo cuando la cuestionaron por contratar a la joven que sería pareja del legislador Darwin Espinoza.
“Yo no voy a estar preguntando (…) a quién te levantas o a quién no te levantas”, exclamó.
Ya se había desbocado al criticar a Juan Lizarzaburu por su ofensa sexual a otra legisladora.
“Eso pasa cuando su mamita no le ha dado de lactar: lo vuelve bruto, porque solamente una persona bruta puede decir eso, que como no ha tomado leche de pecho, por eso critica. O también la debe tener así (chiquita, en gesto con dedos)”, refirió.
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El sociólogo Jerjes Loayza comenta que hay aspectos falaces por doquier, así como abuso de poder y menosprecio. “Eso acompaña a la política desde su nacimiento. En principio, la democracia, el diálogo entre iguales y diferentes no han sido característica del Perú”, afirma.
El parlamentario Juan Lizarzaburu, elegido en Fuerza Popular y reciente renunciante a dicho grupo, fue ampayado cuando hacía comentarios con alguien sobre los senos de sus colegas y su entonces compañera de bancada Patricia Juárez, mientras seguía una sesión del Congreso por conexión de internet. Había descuidado su micrófono.
Lizarzaburu era recordado por llamar “mantel de chifa” a la wiphala, símbolo de identidad de comunidades andinas.
“Todas se ponen sostenes con relleno y Paty Juárez no es la excepción, tiene unas tetitas, ya las miré bien, ya”, comentó el fujimorista y terminó riendo.
La comunicadora Iris Jave señala que esas frases reflejan la violencia de género que hay en la actividad política. “Las autoridades no escapan a ello y utilizan estereotipos para seguir estigmatizando, desprestigiar o no reconocer identidades diversas. Es terrible porque autoridades que deben dar ejemplo están reproduciendo estereotipos”, indica.
La congresista Patricia Chirinos, de Avanza País, ataca a quienes interrumpen el paso a sus aliados. Empezó con el gobierno de Pedro Castillo y siguió la Junta Nacional de Justicia. Al empezar a caer la fiscal Patricia Benavides, perdió los papeles.
“Coordiné con perro, pericote, gato, mono… Ya no fastidies”, respondió airada a reporteros.
Insultó a Castillo cuando tenía unos meses en el mando. “¡Presidente Castillo, vete al carajo!”, gritó histriónica, de rodillas, en un mitin en noviembre del 2021. El sociólogo Jerjes Loayza sostiene que apela a aspectos difíciles de rebatir, con sentido negativo en sociedades cuyo resentimiento entre grupos sociales es muy fuerte. “Estos insultos basados en discriminación expresan odio a ‘minorías’. Lo peor es que saben que hay resonancia en un sector que comparte prejuicios y criterios discriminatorios”, anota.