El Congreso acaba de dar la confianza al gabinete, pero continúan las mociones de interpelación, censuras y vacancia. No duró la tregua, ¿Cómo se ve esto al interior del país?
Lo primero que hay que analizar tiene que ver con el discurso del presidente del Consejo de Ministros. Es un mensaje de abandono de las propuestas de reforma. Por ejemplo, no se ha señalado nada sobre la presentación de los proyectos de ley para continuar con la reforma tributaria, en particular al sector minero, y se ha limitado a decir que se van a aplicar las medidas que ya fueron aprobadas por el Congreso. Otro tema preocupante es el de la segunda reforma agraria porque en el nuevo discurso se incluye a la agroindustria como un componente, cuando el eje fundamental era concentrar la acción del Estado en la pequeña agricultura, luego de décadas en las que el foco de atención era justamente la agroindustria. Y en el tema del gas, prácticamente se ha limitado a decir que van a continuar con la masificación luego de haber ofrecido una gran transformación en la política de gestión del gas en el país.
... Abandonando los compromisos electorales.
En general, hay un abandono de las propuestas reformistas planteadas en el plan bicentenario. Pero este viraje no se concretó ahora, se inició con la designación del gabinete Valer y la salida de un conjunto de ministros que de alguna manera reflejaban con claridad esa propuesta de reforma. Yo no estoy en contra de los acuerdos de las organizaciones políticas, ni que ello se exprese en el Gobierno, pero es evidente que el bloque que se ha organizado para la confianza no está reflejando un acuerdo alrededor de ejes determinados de política, lo que hay es una suma de intereses diversos, ni siquiera de grupos políticos, sino de grupos de parlamentarios. Y lo mismo se puede decir de los que han votado en contra, porque es evidente que en ese lado no hay una propuesta de mejora de las políticas públicas, sino es básicamente una coalición vacadora, planteada desde el primer día de gobierno.
No piensan en lo que requiere la población.
No hay una agenda de debate con los temas centrales que le preocupan al país, sino son bloques de interés que no van a generar estabilidad. Lo hemos visto con las mociones que parecen caminar a la censura, tanto para el ministro de Justicia como el de Salud, y la inútil moción de vacancia presentada, porque es clarísimo que no tienen los votos para lograrla, y con eso buscan generar inestabilidad e incertidumbre. Así nuevamente ponen en el foco de la atención el conflicto de poderes y no los temas de la agenda fundamental como salud, educación, empleo, desarrollo rural, medioambiente y su relación con las extractivas.
Estrategia. Renovación empezará con titular de Trabajo. Foto: difusión
¿Por ello las encuestas revelan un crecimiento de la desaprobación en regiones?
Sí. Hoy se ha publicado una nueva encuesta, que demuestra que la desaprobación al presidente es alta, y es evidente que el rechazo mayoritario se da en el mundo rural. Pero el escenario de los que lo cuestionan es aún peor. Las encuestas hablan de más del 80% de desaprobación al Parlamento, y la más reciente da por encima del 70%. La propia presidenta del Congreso, que al parecer es una aspirante permanente a ser presidenta de la República, tiene un altísimo nivel de desaprobación, incluso por encima del presidente Castillo. Lo que tenemos son poderes del Estado altamente cuestionados, una población claramente indiferente frente a la clase política, y creo que molesta e indignada con lo que sucede en el país, con un Congreso y un Ejecutivo que no parecen tener como preocupación central cómo enfrentar los desafíos que nos ha dejado una pandemia tan destructora, sino más interesados en garantizar su continuidad, en pelear por sus intereses. Hay un escenario en el cual la brecha entre la sociedad y la clase política se profundiza, y eso es muy peligroso porque hace que mucha gente piense que la vacancia o el cierre del Congreso no son, como un politólogo definió, bombas atómicas que se usan en casos extremos, sino mecanismos casi rutinarios.
¿Así lo ven también en las regiones?
Cuando hablas con dirigentes sociales e institucionales en las regiones, sus preocupaciones son otras y lo que perciben es que hay una élite que está muy distante, lo que explica la brecha entre las opiniones que se registran en las encuestas de regiones con las de Lima. Esa brecha debería ser la preocupación central del mundo académico, la sociedad y de las corrientes democráticas. Quienes apostamos por la democracia tenemos que ayudar a consolidar una ruta, una coalición de actores que permita enrumbar el escenario político hacia nuevas salidas. Lamentablemente las elecciones regionales y municipales de este año no parecen comprar un camino de esperanza porque los mismos actores políticos están tratando de entrar. No se ha movido un dedo ni en el Ejecutivo ni en el Congreso por reencausar un proceso de descentralización complicado y cuestionado. Más allá de discursos grandilocuentes, no hay una reforma clara para la descentralización.
Un creciente sector pide que se vayan todos. ¿No es esa una solución?
La salida no es vacar al presidente y cerrar el Congreso. ¿Para que haya otra elección con las mismas condiciones y reglas? Hay que pensar cómo hacemos para reformar el sistema político, para generar un mayor involucramiento de la sociedad en la política y a partir de allí encontrar un camino. Y eso tendrá que venir de la sociedad y de algunos sectores políticos democráticos, porque, por lo que vemos, quienes controlan los dos poderes del Estado no parecen ser una opción para hallarlo.