El politólogo y sociólogo de la PUCP, David Sulmont, considera que el presidente de la República, Pedro Castillo, está en una encrucijada: empoderar a la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, o apostar por sectores más cercanos, que necesariamente no cuentan con la capacidad para dotar de gobernabilidad a su Gobierno.
Sulmont también afirma que el silencio del jefe de Estado ante situaciones que directamente le competen se debería a que “no tiene muchas fichas que mover o no sabe cómo moverlas”, lo que reduce su espacio para llevar a cabo maniobras políticas.
Walter Ayala se encuentra a días de ser interpelado por el Congreso y, hasta el momento, el presidente Pedro Castillo no ha hecho un pronunciamiento directo sobre la situación del ministro de Defensa. ¿Cómo se podría interpretar este silencio?
El presidente tampoco hizo demasiado cuando fue la interpelación del ministro Maraví. Castillo hasta ahora no ha mostrado que ante estas cosas reaccione de manera decisiva, salvo cuando le pidió la renuncia a Bellido. En relación, al tema del ministro (Luis) Barranzuela no hizo algún pronunciamiento hasta la remoción del ministro. No es un presidente que tiene como reflejo político plantear él mismo los términos de la ‘confrontación’ con el Parlamento. Va a dejar que las cosas sigan su curso y verá qué hace el Congreso luego de interpelar a Ayala.
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El silencio del presidente no es algo nuevo...
No creo que sea fruto de la falta de experiencia porque otros presidentes tampoco tuvieron mucha experiencia cuando asumieron su mandato, como (Alejandro) Toledo o (Ollanta) Humala. Su estilo ha sido dejar que las cosas sucedan y ver cuál es el desenlace. Tal vez porque no tiene muchas fichas que mover o no sabe cómo moverlas
Recordemos que Castillo no tiene un equipo de Gobierno propio. Su círculo de allegados es muy limitado, con experiencia muy limitada en la política nacional, de repente más en política sindical o regional. Su propia bancada está dividida como se ha visto en la votación de la cuestión de confianza. Tampoco es que tenga mucho margen de maniobra propia.
El último martes, Mirtha Vásquez anunció que “en las próximas horas” se harían anuncios en relación a esta nueva crisis que atraviesa el Ejecutivo; sin embargo, esto nunca se dio. Incluso, Walter Ayala se reunió con Pedro Castillo en Palacio y en declaraciones a la prensa en los exteriores se le veía con otro semblante a comparación del día anterior, que fue cuando puso su cargo a disposición
Habría que saber qué pasó porque después hemos conocido que en el caso del general del Ejército también han existido presuntos ascensos de gente que propuso. Entonces, de repente hay algún tipo de explicación que se ha dado.
La ministra Vásquez no ha tomado una postura tan pública como fue en el caso del exministro del Interior. Lo que habría que ver es que lo que va pasar con (la situación del) ministro de Transportes, donde ahí sí le ha pedido explicaciones (públicas) de por qué ha pedido la renuncia de la jefa de la Sutrán.
¿En qué desembocaría este nuevo cuestionamiento contra el ministro de Transportes y Comunicaciones?
Ahí vamos a ver qué es lo que hace Castillo porque, como le digo, él no tiene gente propia. Por ejemplo, Mirtha Vásquez no es su gente. Castillo está en una encrucijada de no saber hacia dónde apostar: empoderar más a su jefa del gabinete y ver si puede hacer un equipo de trabajo con ella; o tener estos grupos que a veces se confrontan en el Ejecutivo de gente que le da cierta capacidad técnica, pero no es necesariamente su gente directamente, gente que le puede dar cierto respaldo de la bancada de Perú Libre y gente que ya es de su entorno de confianza. Pedro Castillo está en una encrucijada de no saber cómo componer un equipo de trabajo más coherente con gente que es suya.
Según el semanario Hildebrandt en sus trece, Mirtha Vásquez evalúa renunciar a la PCM por la permanencia de Ayala. Si esto llegase a ocurrir, se daría una nueva crisis total de gabinete en poco más de tres meses de Gobierno...
Si Castillo decide eso, está saboteando su propia presidencia porque está cortando puentes con sectores de izquierda que están dispuestos a darle su apoyo en el Gobierno, por preferir grupos de allegados donde puede haber una afinidad, pero que no le van a permitir un Gobierno funcional. También puede perder otras piezas claves de su (actual) equipo, como el ministro de Economía, Justicia, Interior, Cultura y la Mujer.
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Eso implicaría que Castillo está apostando por su grupo de allegados, a pesar de que no tengan capacidad de darle gobernabilidad a su gestión. Ahí ya será una confrontación más abierta con el Parlamento, donde probablemente resulte un Gobierno debilitado, permanentemente cuestionado, sin capacidad de negociación y poca experiencia.
¿El silencio del presidente condena a su Gobierno a una constante inestabilidad política?
No necesariamente. Castillo aún no se da cuenta, como dice Rodrigo Barrenechea, que es un presidente débil y que sus cosas propias son insuficientes para darle gobernabilidad al país. Castillo todavía no se da cuenta de eso o no quiere asumirlo, y eso lo condena a este tipo de comportamiento que uno podría catalogar como errático o inexperto, donde se apuesta más por lo simbólico y el discurso, viendo si esto basta para generar apoyo más que desarrollar una capacidad y un equipo de gestión.
Sus anuncios son más simbólicos y rimbombantes que cosas concretas. Hasta ahora, lo único concreto que ha hecho es este anuncio de la segunda reforma agraria, que es básicamente una mayor inversión en el campo, y estos anuncios de una reforma tributaria, que son cambios importantes, pero que todavía necesita pasar con la negociación con el Congreso.