El 30 de setiembre de 2019, el entonces presidente Martín Vizcarra anunció la disolución del Congreso tras la negación de la cuestión de confianza al ex primer ministro Salvador del Solar.
Esa misma noche, con 79 votos a favor, ninguno en contra y ninguna abstención, los parlamentarios aceptaron la suspensión en contra de Martín Vizcarra por incapacidad moral y el país quedó en la incertidumbre.
Por un lado, el Ejecutivo convocaba a elecciones generales extraordinarias para el 26 de enero de 2020. Por otro, Mercédes Aráoz, exvicepresidenta de la República, juramentaba al nuevo cargo, con Pedro Olaechea a la derecha y un crucifijo en frente, con el objetivo de convertirse en la primera presidenta del Perú, hecho que no fue respaldado constitucionalmente.
Así se anquilosaba el augurio de que al próximo año no le faltarían prisas y que a nadie apresaría el tedio ni la indiferencia.
Martín Vizcarra, presidente de la República
En enero se eligieron a los nuevos representantes del Parlamento. Febrero, a pesar de su estructura versátil y su desmesura cuatrienal, fue, de lejos, el mes más estable del año.
El Congreso tenía prevista la juramentación de sus nuevos miembros para el 16 de marzo. Sin embargo, diez días antes apareció Martín Vizcarra en señal abierta para confirmar, entre otras cosas, que el nuevo coronavirus (COVID-19, acrónimo en inglés de coronavirus disease 2019) había aterrizado en el cuerpo de un hombre de 25 años de edad que regresó de Europa el pasado 26 de febrero, exactamente un mes después de las elecciones.
El 15 de marzo se anunció el toque de queda. El 15 de marzo también se dio de alta al “caso cero” nacional, según declaraciones de Elizabeth Hinostroza, quien renunciaría al cargo de Ministra de Salud cinco días después. Y ahora sí, el lunes 16, el día en que entraban en vigencia las restricciones propuestas por el Gobierno, juraron los parlamentarios en una ceremonia privada para cumplir con todos los protocolos sanitarios.
Los días posteriores apareció Vizcarra al mediodía en todos los televisores peruanos para informar cómo evolucionaba el virus dentro del país y el mundo, y exponer las medidas a tomar para que el mancillado sistema sanitario nacional no se desmorone. El 30 de marzo, desde Palacio de Gobierno, se sentó junto a todo su gabinete ministerial para decirle, brazos abiertos de por medio, a toda la ciudadanía:
“Porque te quiero abrazar más adelante, me distancio ahora”.
Abril pasó entre el miedo y la esperanza; y mientras los hospitales colapsaban, el viernes 29 de mayo renunció Sonia Guillén al Ministerio de Cultura a raíz de unas contrataciones arbitrarias con el compositor Richard Cisneros, más conocido como Richard ‘Swing’.
“He puesto mi cargo a disposición porque es un tema clamorosamente desagradable. Me siento mal. Tengo que decirlo. [...] No lo conocía, pero comparto la indignación y me cabe investigar y actuar”, sostuvo en una entrevista para La República.
El domingo 31 apareció en Panorama un video en el que Richard ‘Swing’, no contento con asegurar, con ulterior ironía, que trabajaba para tres presidentes, se refirió a Guillén de esta manera:
“Hoy día he botado a la ministra… por atrevida. La renuncié”.
Lejos de apaciguarse las aguas y con las cifras de muertos y contagiados en alza estrepitosa, con la logística quebrada de la repartición de bonos y comprometida la salud mental por el confinamiento, el 11 de setiembre, el nuevo Congreso aprobó una moción de vacancia tras conocerse tres audios que tenían como protagonistas a la asistente administrativa Karen Roca, Martín Vizcarra y Richard ‘Swing’. Se votó el 18 de setiembre y el resultado fue de 32 votos a favor, 78 en contra y 15 abstenciones, quedando así lejos de los 87 votos requeridos para la declaración de incapacidad moral.
El 20 de octubre, una iniciativa motivada por Unión por el Perú, Podemos Perú y Frente Amplio alcanzó el número necesario de firmas para presentar una segunda moción de vacancia por presuntos casos de corrupción de Vizcarra como gobernador regional de Moquegua.
El debate, previsto originalmente para el 31 de octubre, fue postergado para el 2 de noviembre, y así, aún con la resaca de la alegría clandestina en los labios, el pueblo peruano se enteró de que la moción fue admitida con 60 votos a favor, 40 en contra y 18 abstenciones.
Vizcarra se presentó el 9 de noviembre en el Congreso para su defensa y, con muy poco que debatir, los parlamentarios aprobaron la vacancia por incapacidad moral con 105 votos a favor. En las calles, toda la incertidumbre de la ciudadanía se abrevió en el puño del joven de 24 años Carlos Ezeta sobre la mejilla agazapada dentro de la mascarilla del congresista Ricardo Burga.
“Como Martín Vizcarra, no voy a tomar ninguna acción legal. No quiero que de ninguna manera se pueda entender que mi espíritu de servicio al pueblo haya sido tan solo una voluntad de ejercer el poder”, dijo al día siguiente el ahora expresidente y postulante al Congreso por Somos Perú.
Se fue. Merino de Lama renunció a ser gobernante de facto. Foto: Sepres
Manuel Merino de Lama, quien entonces ocupaba el cargo de jefe del Congreso, asumió la Presidencia de la República y nombró un nuevo gabinete ministerial encabezado por Ántero Flores-Aráoz.
Merino duró en la presidencia lo que duraron las protestas: 6 días. Aun cuando el rechazo a su gobierno era generalizado, las muertes de Jack Brian Pintado Sánchez y Jordan Inti Sotelo Camargo el sábado 14 de noviembre en medio de una represión feroz y descomedida por parte de la Policía Nacional del Perú fueron el punto álgido para entender que ya la situación se había vuelto insostenible.
La primera en renunciar a su cargo fue la exministra de la Mujer, Patricia Teullet, quien lo hizo luego de enterarse de los fallecimientos de los jóvenes protestantes. De los 18 ministros, renunciaron 13. Cuando le preguntaron a Ántero Flóres-Aráoz si pensaba dejar su puesto como primer ministro, dijo:
“Hemos estado reunidos, pero hasta ese momento, que yo sepa, el señor Merino no me ha expresado nada de eso ni a ninguna otra persona. Lo estoy llamando después de que nos hemos reunido y no logro comunicarme con él. No tengo la más remota idea (si va a renunciar). No sé en qué estará”.
Merino renunció el 15 con un mensaje escueto y sin admitir culpa:
“He recibido las cartas de mis ministros poniendo su cargo a disposición. Continuarán en sus cargos hasta que la incertidumbre se pueda resolver. De ninguna manera habrá un vacío de poder. Presento mi renuncia irrevocable a la Presidencia de la República”.
Sagasti
El 16 de noviembre, un día después de que el Congreso aprobara con 97 votos a favor, 26 en contra y cero abstenciones su candidatura a presidir la Mesa Directiva, Francisco Sagasti asumió como primer mandatario y se convirtió en el tercer presidente del Perú en un período de tiempo de una semana.
“Hoy no es un día de celebración, porque hemos visto la muerte de dos jóvenes en protestas, expresando sus puntos de vista, planteando democráticamente y prácticamente, sin violencia. Hemos visto que estos dos jóvenes, Jack Pintado Sánchez e Inti Sotelo Camargo, han fallecido. No podemos cambiar eso, no podemos retroceder, volverlos a la vida, pero sí podemos, desde el Congreso, desde el Ejecutivo, tomar las medidas, hacer las acciones para que esto no vuelva a suceder”, dijo durante la ceremonia.
Y, para terminar, coronó un discurso con unos versos aparecidos por primera vez en Poemas humanos (1939) de la pluma de César Vallejo:
Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...
Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...
Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...
El tiempo es esa nada que perdura. Contra todo pronóstico, el año cerró a golpe de verso; todavía no hay vacuna; y las próximas elecciones de 2021 se erigen como una amenaza, como otro virus, como una variante, acaso no más letal, pero sí infinitamente más antigua.
Tres frases memorables que no se insertaron dentro del texto, pero que vale la pena recordar.
Para el archivo:
“José Luna me miró a los ojos, dijo que sí, y luego votó en contra”.
Rocío Silva-Santisteban
“El Congreso tenía en sus manos la ruta de solución a esta crisis política que ellos generaron. Sin embargo, hoy le han vuelto a dar la espalda al país”.
María Antonieta Alva
“Como lo han explicado acá varias autoridades, tarde o temprano todos vamos a terminar infectados del coronavirus”.
Víctor Zamora
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