La reunión anual CADE, últimamente en Paracas, ha tendido a funcionar como una suerte de mensaje del empresariado al país. Con el paso de los años lo hemos oído todo, entre los extremos del disgusto y la euforia con los diversos gobiernos. Lo que más se ha visto, de cara a los gobernantes invitados, han sido respuestas a la coyuntura inmediata y acomodo a los tiempos.
Por ejemplo, el lema de la CADE 2018 fue un optimista “Liderazgo empresarial para un Perú moderno”. En cambio este ha sido un año de darse golpes en el pecho y echarse cenizas sobre la cabeza. La CADE como barómetro ya venía densa por la desaceleración económica, pero los destapes del financiamiento a Keiko Fujimori cayeron como un súbito chaparrón de culpas con nombre propio.
Elena Conterno, presidenta de IPAE, la institución organizadora, inauguró el evento y planteó una pauta fuertemente autocrítica. Pero quien realmente tomó al toro por las astas fue María Isabel León, presidenta de CONFIEP, al exigir que los empresarios responsables de los escandalosos financiamientos den un paso al costado.
Debemos entender que las palabras de León equivalen a un pedido de que esas personas salgan del principal gremio empresarial del país, no necesariamente de sus directorios. No se sabe si esto apunta a personas específicas o a empresas. Si el llamado se concreta en empresas, equivaldría a un éxodo de proporciones, que dejaría algo coja la representatividad de la institución.
El gesto de León es llamativo, pues va a contrapelo de una trayectoria de muy buenas relaciones con el fujimorismo. En efecto el ambiente anticorrupción, potenciado por el discurso de Martín Vizcarra, viene siendo sumamente fuerte en Paracas. En los hechos León está propiciando una división en la representación que ella preside, y un debilitamiento de su carácter gremial.
Quizás León simplemente intentó adelantarse al allanamiento de las oficinas de CONFIEP que se produjo horas más tarde. Si ese es el caso, lo ha hecho al precio de complicarle la vida a los CEOs de las empresas afectadas, y las por afectar. En todo caso puede decirse que el fiscal José Domingo Pérez estaba atento escuchando el mensaje que soplaba el viento desde Paracas.