Indira Huilca explica las razones por las que renunció a Nuevo Perú, como no haber hecho un deslinde claro de los dirigentes condenados o investigados por corrupción. Advierte además que no habrá muchos cambios en el próximo Congreso porque las elecciones se realizan con las mismas normas.
La mayoría de la Comisión Permanente no quiere entender cuáles son sus funciones en un Congreso disuelto. ¿Por qué actúan así?
No es que no alcancen a comprender las funciones que la Constitución señala, sino porque intentan usar políticamente la posición en que han quedado, como una palanca de cara al proceso electoral. Ese es el discurso que van a usar los grupos a los que se identificó como satélites del fujimorismo en el Parlamento disuelto, como el señor Olaechea, la bancada Contigo, los fujimoristas renunciantes, el Apra. El Tribunal Constitucional ha dicho que esta Permanente no es de un Congreso regular, sino de uno disuelto, que funciona para tareas específicas, como el análisis de los decretos de urgencia.
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¿Actúan con fines electorales?
Sí. No tienen otra carta que presentar a la ciudadanía en términos políticos y programáticos de su rol en un nuevo Congreso, salvo la de impugnar la decisión tomada el 30 de setiembre (de disolver el Parlamento) y que la ciudadanía mayoritariamente respalda. También por eso tienen la estrategia de dispersarse en varias listas, para ver si así consiguen tener una gran cantidad de parlamentarios que los secunden.
Siendo mayoría pueden aprobar acciones fuera del marco que les da la Carta Magna…
Podrían, pero esas decisiones no van a tener ningún efecto práctico ni jurídico.
Podrían reactivar la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales para salvar a excongresistas que acaban de ser denunciados por la Fiscalía…
No estoy tan segura de que todos estén de acuerdo con impulsar esta reactivación. Muchos ya se preocupan porque pueden ser denunciados por usurpación de funciones o ante posibles denuncias que podría procesar el nuevo Parlamento. De hecho, en la última sesión trataron de forzar un acuerdo para pedir información sobre la decisión del Poder Judicial sobre el caso de Chaglla con relación a Odebrecht. Pero no lo aprobaron a pesar de ser mayoría.
Tras renunciar a Nuevo Perú, ¿irá como invitada por otro partido?
No. Por las razones que esgrimimos cuando renunciamos, que tenían que ver con discrepancias de cómo se hace política en los espacios de izquierda, con los criterios para priorizar alianzas electorales, que eran dejados de lado aspectos importantes de la identidad y del programa que proponíamos.
¿Por qué, a diferencia de dos excongresistas, usted demoró en renunciar si no estaba de acuerdo con la alianza?
En mi caso particular, yo era integrante del Consejo Nacional donde se vio esta decisión, no podía renunciar sin dar un debate. Pero, luego, lo que correspondía era dialogar con las demás instancias de la organización, es decir, comités y colectivos que tenían una posición crítica, conocer su mirada de lo que venía adelante para la organización producto de esta decisión.
¿Pesó que los dos partidos de esa alianza tuvieran un condenado y un investigado por corrupción?
Así es. Eso lo planteamos antes de nuestra renuncia en una comunicación al Consejo Nacional. Nuestra preocupación era cuál es el peso que se da a aspectos gravitantes, como la lucha contra la corrupción, y cuán coherente es decirle a la ciudadanía ‘vamos en alianza con una organización que tiene el liderazgo de una persona que ha sido sentenciada por corrupción’. Las organizaciones son distintas a los individuos, pero se debe tener una posición clara de deslinde o discrepancia, y eso no vimos en el caso de las alianzas que se proponían.
¿Cómo afectarán sus renuncias en la votación por Nuevo Perú y sus aliados?
Más que las personas de forma individual, lo que puede afectar es el entusiasmo del sector de la ciudadanía en proyectos como Nuevo Perú. Queda la sensación de un proyecto que no satisface estos ánimos de cambio. No comprender la demanda de renovación en la política, que no es un tema de rostros, sino de prácticas políticas. Ese será el mayor déficit de estas elecciones, en las que se mantiene una política donde todo vale en procesos electorales.
¿Con el tiempo podrá reencontrarse con Verónika Mendoza, como ella dice en su carta respondiendo a sus renuncias?
Es muy probable, pero más que de las palabras depende de las prácticas políticas. Eso va definiendo los niveles de articulación. La gente demanda una representación política distinta a lo que se ha visto, en que se usa el poder político para beneficio propio, o que supedite sus principios.
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¿Se puede tener fe en el próximo Parlamento?
Dudo mucho que haya un giro sustantivo en estas elecciones. Insistimos siempre en que se necesitaban nuevas reglas de juego, y hoy estamos viendo que, al no haberlas, si bien habrá nuevas caras, pero probablemente habrá gente con el mismo perfil que el anterior y organizaciones con el mismo comportamiento. Sigue pendiente la necesidad de una reforma política integral.
¿Cuál será su futuro político?
Yo voy a seguir haciendo política. La he hecho antes de entrar al Congreso. Uno no hace política solo en un cargo. Y como no es un ejercicio individual sino colectivo, hay que buscar un espacio donde las agendas que hemos defendido puedan hacerse valer. Tiene que construirse, y quiero colaborar en eso.