“Hasta ha sido necesario salir a la calle para producir cambios menores dentro de y desde el Congreso”. ,El Congreso elegido en el 2016 está acercándose a su fin. ¿Cómo será este nuevo Congreso que empieza en el 2019? Algunos de los cambios son evidentes. No habrá un bloque hegemónico. Habrá fluidez en la formación de nuevas bancadas, tendencia a las alianzas y un retorno a la influencia del Ejecutivo. Pero algunos rasgos van a mantenerse. Los fujimoristas serán menos, pero eso no los volverá menos pugnaces. Las bancadas que se han mantenido pasivas hasta ahora no van a cambiar, por lo menos hasta que comience la campaña del 2021. Las voces cantantes del hemiciclo seguirán siendo más o menos las mismas. La mejor perspectiva, y uno de los orígenes del cambio parlamentario que estamos viendo, es una efectiva tensión colaboradora Legislativo-Ejecutivo. Es decir, el Congreso estándar de una democracia. Pero este no parece un cambio automático, y el tiempo le está ganando al periodo de gobierno. Lo cual exigiría nuevas ideas y prioridades. Hasta aquí los movimientos políticos en el Congreso (divisiones, migraciones, confrontaciones) han sido prácticamente todos impulsados por motivos personales, justificados o no, y no realmente por ideas. Por eso casi todo ha sido tiempo perdido. Hasta ha sido necesario salir a la calle para producir cambios menores dentro de y desde el Congreso. Esta visión personalista se ha contagiado a otros poderes y al público en general. Hasta la no reelección, una iniciativa del Ejecutivo y la propuesta más popular del referendo, es en el fondo un asunto de personas. Algo así como la esperanza de que un vino nuevo en odres viejos termine siendo mejor, cuando el problema está en el odre mismo. ¿El Parlamento podrá poner en marcha una colaboración con el Ejecutivo y a la vez transformarse a sí mismo en algunos aspectos claves? Que sepamos ninguna de las bancadas está interesada en este segundo aspecto. Lo cual sugiere problemas para cuando la actual comisión de reforma política presente sus propuestas. Podría suceder a la postre que este Congreso deje atrás la estructura que se está desmoronando, sin lograr establecer una estructura nueva. Una paradoja que podría describirse como un arrastrar de pies hasta el 2021, y de paso como una oportunidad perdida. Pues ahora es cuando hay lugar para nuevos liderazgos, con ideas frescas.