El antifujimorismo creció a más de la mitad de la gente.,De representar menos de un tercio de la ciudadanía a inicios de año, el antifujimorismo creció a más de la mitad, reforzando su posición como la principal corriente de influencia política en el Perú. Según el IEP, en enero 2018 el antifujimorismo era el 29% –luego de ser 30% en marzo 2017 y 41% en abril 2014–, y en noviembre saltó a 54%. Decir que el antifujimorismo ‘logró’ este incremento es inapropiado porque la principal responsable del fenómeno es Keiko Fujimori gracias a que le mostró al país un comportamiento prepotente, arbitrario, irracional y antidemocrático, guiado por la pataleta antes que por una vocación de contribución al progreso del país. Desde que perdió la segunda vuelta presidencial en junio 2016, Keiko Fujimori desperdició toda oportunidad para mostrarse como una estadista responsable en quien se podía confiar para que sea la primera presidenta del Perú, y se exhibió como una joven incapaz de pensar en el país, además de que su partido fue desnudado con más de una característica de organización mafiosa. Empeoró todo para ella el acompañamiento de una bancada parlamentaria impresentable que pareció sacada de una acequia, y un entorno íntimo lleno de adulones que, junto con unos periodistas que hoy, en medio del nuevo colapso del fujimorismo, buscan desmarcarse, aconsejaron a Keiko Fujimori persistir en el error grave de portarse como enemiga pública N° 1 de la gobernabilidad. Hasta el sector de ‘fujimoristas duros’ se desencantó con ella. Según IEP, este grupo cayó entre enero y noviembre de este año de 19% a solo 4%, mientras que los simpatizantes del fujimorismo se mantuvieron en 8%. ¿Qué es el antifujimorismo? Es más que una corriente de opinión que solo busca cerrarle el paso al poder al fujimorismo. Antes que eso, constituye un grupo de influencia no organizado pero cohesionado en circunstancias singulares y cambiantes en torno a la idea central de defender el estado de derecho y los principios democráticos. Lo que ocurre es que proteger el fundamento democrático y la lucha anticorrupción usualmente implica pelearse con el fujimorismo. Eso le permite al antifujimorismo una gran flexibilidad para votar por gente tan diversa, según la circunstancia, como Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski, Ollanta Humala, Susana Villarán o Jorge Muñoz. ¿El colapso del fujimorismo podría hacer que el antifujimorismo pierda sentido? No parece lo más probable, pero es evidente que va a tener que repensar su agenda.