El fin de varias trayectorias políticas y de sus partidos.,Se dice que en política no hay cadáveres, pero eso puede ser una exageración pues hay circunstancias que sí son lápidas de ilusiones. El ejemplo más usado para decir que en política no hay cadáveres es el de Alan García cuando ganó un segundo mandato en 2006 tras el colapso que su primer gobierno (1985-1990) le propinó al Perú dejando un desastre y una profunda corrupción, luego de lo cual se fue a vivir a París. Pero hoy García también puede ser ejemplo de que hay momentos en la vida de un político que sí son el fin. El politólogo Fernando Tuesta comentó que “este ya es el fin político de Alan García” porque “su nivel de rechazo no es producto de un histórico y clásico antiaprismo sino, básicamente, antialanismo”. Y la congresista Gloria Montenegro ofrece una explicación para ello: “Alan García pasará a la historia no solo como el presidente más corrupto sino como el más cobarde”, en alusión al efecto fatal del uso de Uruguay como biombo para evadir a la justicia. García no estaría solo en el grupo de los que pasaron a ‘mejor’ vida política. Alejandro Toledo es otro ex presidente que se fugó al revelarse el soborno que le dio Odebrecht y que solo volvería extraditado, mientras Pedro Pablo Kuczynski también está fuera del radar futuro tanto por edad como por el lío judicial que enfrenta. Tuesta agrega que, en general, hay una generación política que ha sido sepultada, incluyendo a Luis Castañeda y Lourdes Flores. A diferencia, Keiko Fujimori y Ollanta Humala están liados judicialmente ahora, pero, por edad y por la amnesia ciudadana, aún podrían tener un futuro, aunque no en 2021. Un asunto diferente pero vinculado es si la sepultura de una carrera política puede llevar al cementerio a todo el partido que crearon o integran. Todo dependerá de la capacidad de realizar relevos en el colectivo y de la actitud de quienes quedan para reconstruir un futuro diferente. Pero, lamentablemente, las explicaciones que se están dando en estos días en el Apra para justificar el asilo de García, o en Fuerza Popular para atribuir el financiamiento irregular de campaña a fallecidos que, obviamente, ya no pueden hablar, llevan a pensar que estos partidos están optando por priorizar un argumento jurídico a costa de enterrarse, junto con sus líderes, en una profunda pérdida de confianza de la gente, porque sus argumentos solo van a lograr matar de risa a la ciudadanía, la cual va enviar a todos –tanto jefes como partidos– al cementerio club de la política. Es el roche de los muertos vivientes.