Hersh pertenece a esa raza de periodistas que luchan no solo por descubrir la verdad de los hechos sino también por difundirla.,Así como hay quienes esperan ansiosos la nueva novela de su escritor favorito, o la última colección del modisto de moda, o el estreno de la saga de una serie adictiva, yo estaba impaciente por la publicación de las memorias del periodista más importante del mundo, Seymour Hersh. Antes que Bob Woodward y Carl Bernstein consiguieran la fama con el caso Watergate, en 1969 Hersh sacudió el planeta con el descubrimiento de la masacre de 400 campesinos desarmados cometida por una patrulla estadounidense en una localidad de Vietnam conocida como My Lai. Además, probó que la Casa Blanca y el Pentágono ocultaban el homicidio múltiple. La diferencia es que Hersh no trabajaba ni contaba con el respaldo financiero de un poderoso periódico como The Washington Post. Era un periodista independiente que tuvo que recurrir a un modesto fondo que le proveyó una pequeña fundación que hasta el día de hoy alienta la investigación periodística. Cuando tuvo lista la historia -que incluía la identificación y entrevistas al autor de la matanza- importantes medios rechazaron publicarla porque creían que favorecía al enemigo comunista vietnamita, por lo que Hersh difundió el caso en una minúscula agencia de noticias. El impacto fue descomunal. Hersh pertenece a esa raza de periodistas que luchan no solo por descubrir la verdad de los hechos sino también por difundirla, aunque no sea del gusto del gobierno ni de la gente. Hersh también hizo destapes relacionados con el caso Watergate y destacó por revelaciones como el espionaje ilegal a los ciudadanos practicado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), la existencia de un arsenal norteamericano de armas químicas y biológicas, la oculta e inmoral vida paralela del presidente John Kennedy, las torturas y asesinatos de prisioneros en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, y más recientemente, la historia secreta de la ubicación, asesinato y desaparición de Osama bin Laden, algo que molestó a muchos porque Hersh contrarió la versión oficial y heroica del operativo. Si un reportero de investigación no causa el enojo de ningún poderoso, debe empezar a preocuparse. Reportero: Una memoria (2018), es mucho más que el relato de una vida dedicada al periodismo. Se lee como un manual sobre cómo vencer toda clase de obstáculos hasta conseguir corroborar los hechos. Enemigo de las frases hechas, sin embargo, de la narrativa de la experiencia de Hersh surge como lección que el reportero debe escrutar al poder todo el tiempo, porque el poder, por naturaleza, suele ocultar todos sus actos. Tiene razón el escritor John Le Carré cuando dice que cualquier periodista o aspirante a serlo debe leer el libro. Yo diría que una potente dosis de Seymour Hersh directamente a la vena resulta muy estimulante.