Fiel a su naturaleza, Keiko traicionó el acuerdo de reserva que habían establecido con Vizcarra, buscando jalarlo para abajo.,Keiko Fujimori aparece hoy atrapada en un remolino. Luego de vacar a Pedro Pablo Kuczynski, colocando a Martín Vizcarra en su reemplazo con los votos de su bancada en el parlamento, y deshacerse de su hermano Kenji (“es un asunto cerrado”) el triunfo parecía completo. Pero terminó estrellándose contra una pared con la negativa de Vizcarra a prestarse a dar la cara para las galerías mientras ella gobernaba. El contratiempo se produjo cuando los índices de popularidad de la líder de Fuerza Popular estaban por los suelos, y contribuyó a erosionar aún más su ya mermado respaldo. Y con el estallido de la crisis por la corrupción en el sistema de justicia, que compromete seriamente a los aprofujimoristas y a los mecanismos que han construido laboriosamente para garantizar su impunidad de Keiko y Alan, se ha abierto un escenario totalmente inédito, ante el cual la salida a lo bestia, al estilo de Becerril y Alcorta, simplemente no sirve para nada. A la ya menguada popularidad de Keiko le llovió encima el escándalo Lavajuez. La indignación popular por los destapes impidió que los parlamentarios fujimoristas, puestos contra la pared por la convocatoria que hizo el presidente Vizcarra al parlamento para que se pronuncie sobre el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), pudieran dar largas al asunto o defender a los integrantes de ese organismo puestos en evidencia en manejos corruptos. Los aprofujimoristas perdieron así el control de la entidad que les permitía decidir qué jueces poner y cuáles apartar de los procesos judiciales en los cuales estaban comprometidos, con lo que se vino abajo su más importante barrera de defensa frente al escándalo Lava Jato. La gravedad de la situación obligó a Keiko a salir de su habitual silencio. Difundió un par de videos y fue a algunas entrevistas de diverso tono: desde la de RPP, con las incisivas preguntas de Patricia del Río, hasta la edulcorada de El Comercio, que Juan Acevedo seguramente calificaría como un publicherry. Fiel a su naturaleza, Keiko traicionó el acuerdo de reserva que habían establecido con Vizcarra, buscando jalarlo para abajo, porque debe serle simplemente insoportable que él exhiba un respaldo tres veces superior al suyo. Fue una mala idea y perdió en el intercambio: Vizcarra hizo público el chantaje de Keiko de pretender que él le consultara todas las decisiones importantes para dejarle gobernar. Y con su infidencia Keiko cerró el espacio a la negociación que ahora ella, los fujimoristas y sus publicistas en los medios le demandan a Vizcarra: sentarse a conversar. Ciertamente traicionar un acuerdo no es la mejor manera de sembrar confianza. Caído el CNM, la segunda línea de defensa en el caso Lava Jato es la fiscalía de la nación y por eso, a pesar de la total falta de ética de Pedro Gonzalo Chávarry, Keiko Fujimori ha salido a defenderlo públicamente. La credibilidad del sistema de justicia es destruida por la corrupción. La afirmación de Chávarry, de que será implacable persiguiendo a los corruptos, suena cómica cuando se considera que él ha sido puesto públicamente en evidencia como mentiroso y es señalado como uno de los cabecillas de la organización criminal los Cuellos Blancos del Puerto, de acuerdo a una acusación fiscal. La situación es tan ridícula que legalmente ahora Chávarry debería investigar a Chávarry. A pesar del clamor nacional él se niega a renunciar, confiado en la protección de la bancada fujimorista, aunque para defenderlo Keiko Fujimori tenga que hacer un striptease moral, justificando las mentiras y las trapacerías del cuestionado fiscal. Sincerar su carencia de sentido de la ética tiene un elevado costo político para ella, en un momento que en cuatro quintas partes del país la reprueban. Pero aquí no se trata ya de la disputa de la presidencia el 2021 sino de la posibilidad, cada vez más ominosa, de terminar en prisión. La bancada fujimorista defiende también al juez César Hinostroza, la ilustración más degradada de lo que constituye la miseria moral de los operadores de justicia del Perú. Aquí el problema es lo que Hinostroza sabe y qué consecuencias tendría que él empezara a hablar. El inmenso daño que podría hacer a los parlamentarios comprometidos con jueces y fiscales en manejos corruptos. El presidente Vizcarra ha optado por convocar a la recolección de firmas para el referéndum. De acuerdo al artículo 32 de la Constitución, puede someterse a consulta la reforma total o parcial de la Constitución. Sigue abierta la vía de recurrir a la cuestión de confianza para enfrentar la oposición aprofujimorista. Pero el factor decisivo para destrabar la actual crisis es la movilización popular. A ella hay que abocarse.