La gente se está hartando del déjà vu que siempre regresa.,No se puede justificar a los hermanos que litigaron por más de un lustro por una mala práctica médica que, según ellos, mató a su madre y que los ‘empujó’ –para usar un término de moda– a poner bombas en la clínica Ricardo Palma, pero este drama se entiende mejor en el contexto de una corrupción del sistema judicial que conecta la vida cotidiana del ciudadano con esta putrefacción, y que es, en el fondo, expresión de la quiebra social del Estado. En dos semanas, la sociedad peruana observó el desplome de la justicia dejando un olor a desagüe. El CNM debió ser removido a pesar del encubrimiento inicial del fujiaprismo por la constatación de que era manejado por unos rufianes. El Poder Judicial tuvo que cambiar al presidente por su respuesta timorata ante la evidencia de corrupción en la Corte Suprema y en cortes como la del Callao que deben replicar lo que pasa en muchas ciudades. En la alta dirección del PJ hay ladrones y otros que no lo son, pero que no tienen problema de convivir con mafiosos. En el Ministerio Público, la irregular juramentación de Pedro Chávarry pierde peso ante la evidencia de su vinculación con la mafia judicial. Debe irse cuanto antes este señor que ya es claro por qué dice que “conoce dónde habita la corrupción”. En la alta dirección del MP hay unos piratas tan supremos que hasta persiguen a la prensa que los denuncia, y otros colegas muy tolerantes con eso. En el Ejecutivo se sacó al ministro de Justicia por la sospecha de que indagaba por leyes pro corrupción con el impresentable de César Hinostroza. Con toda esta corrupción convive una ciudadanía acostumbrada a pagar sobornos muchas veces por amenaza de la autoridad, así como empresas y estudios legales que se mueven bien en ese charco con chanchos. A su vez, el TC es chantajeado por políticos fujiapristas para usarlo como ganzúa de sus planes, y ya tienen unas torres sentadas ahí. Y el Congreso es el reino de la mediocridad que convive con la corrupción –ver lo que se quiso hacer con las cooperativas y la SBS– y que es el campo de concentración de todos los intereses subalternos de la sociedad, incluidos los de los jefes de los dos partidos políticos que lo controlan. Y no aprenden: en medio de todo este lodazal, ayer FP inscribió ahí su lista a la mesa directiva metiendo a su topo con pata de cabra. Esto no es una crisis judicial, es una crisis social del Estado peruano, con el telón de fondo de una ciudadanía que ya se está hartando del déjà vu que siempre regresa. Cuidado con eso.