Una versión sostiene que Mulder ve en el veto a la publicidad estatal en medios privados un caballito de batalla para la candidatura presidencial del Apra, a la que estaría aspirando. La idea sería que tres años en el centro de una polémica con los principales medios le puede ganar importantes simpatías populares, en un esquema de tipo David versus Goliat. ,Mauricio Mulder lleva largos años como uno de los congresistas de más alto perfil. Esto incluso desde que se empezó a encoger la presencia del Apra en el Congreso. Han sido bancadas pequeñas pero de gran eficacia, en las cuales Mulder siempre ha sido el Nº 1 en la cacería de espacio en los medios. Su influencia a menudo ha sido mayor que la de su partido. Toda esta eficacia está a punto de ser puesta a prueba, con un proyecto de ley que lleva su nombre. De aprobarse la Ley Mulder producirá medios con sangre en el ojo, e inevitable disgusto frente al congresista. El áspero debate en torno de la aprobación no desaparecerá, y mientras dure será un factor importante en la política, y en la imagen de Mulder. ¿Por qué se lanzó Mulder a esa piscina? Sin duda en estos últimos tiempos los gobiernos y los principales medios del país no han simpatizado con la alianza parlamentaria Fuerza Popular-Apra desde la que el congresista opera. Pero esas cosas cambian. ¿A dónde conduce realmente arrancarle a los medios una fuente de ingresos y al Estado un instrumento de comunicación? Una versión sostiene que Mulder ve en el veto a la publicidad estatal en medios privados un caballito de batalla para la candidatura presidencial del Apra, a la que estaría aspirando. La idea sería que tres años en el centro de una polémica con los principales medios le puede ganar importantes simpatías populares, en un esquema de tipo David versus Goliat. En efecto en muchos países el público (en estos días electorales México) mira con sospecha la publicidad estatal por considerarla, como Mulder, una fuerza corruptora de los medios. Sin embargo esto no es universal ni permanente. Hay países donde esa publicidad es considerada un servicio público, y reclamada por localidades cuyos medios no la tienen, como Canadá. La sensación es que para realmente aprovechar su iniciativa Mulder necesitaría una victoria absoluta, con cero avisos estatales, y capaz de durar. Pero las cosas no parecen estar enrumbando en esa dirección, sino hacia un endurecimiento de la ley de publicidad estatal que ya existe. En un área donde las excepciones son inevitables.