Si fuera funcionario del Estado le pagaría a seres como Julio, poetas, literatos, intelectuales, para que enseñen a los jóvenes a leer, a escribir, a ser mejores personas.,Cierta vez iba por el Centro de Lima y me encuentro a un amigo acompañado de un señor bajo, algo gordito, muy amable, bastante reflexivo, con esa mirada que tiene la gente buena, mirada con brillo, mirada que solo tienen las personas que uno conoce para toda la vida. Luego de conversar de periodismo y poesía se despidió. Saludos, Carlos, un gusto, soy Julio Polar. Por supuesto, de inmediato el famoso poema de Juan Ramírez Ruiz apareció en mi sien como una pistola en ristre. "Sí, yo soy Julio Polar, mi estimado". Era el entrañable personaje de esos versos. Poeta, dibujante, corrector de estilo, fue desde aquella vez un compañero de infidencias y también de preocupaciones pues muchas veces la chamba le escaseaba, pese a ser una persona tan capaz. Pasaron los años, nos dejamos de ver, y un buen día, me entero que estaba de corrector en un diario popular, al lado de Ramírez Ruiz. Al verlo, nos abrazamos por los años pasados y hablamos largo de la vida de los poetas, del país que no lee, del país que lee pero como si no lo hiciera, del país que cree leer. Siempre me pregunté cómo es que personas con tanto recurso cultural, con tantos libros encima, con tanta agudeza intelectual, sufrían la falta de un ingreso constante y necesario. Si fuera empresario o funcionario de Estado, llegué a pensar, le pagaría a seres como Julio, poetas, literatos, intelectuales, para que enseñen a los jóvenes a leer, a escribir, a ser mejores personas, más cultas y eficientes, con mayor criterio humano, más solidarios. Si fuera empresario eso haría, pensé. Quizás por eso no lo soy. He recordado a Julio Polar, porque he vuelto a leer un texto de una persona muy querida, a propósito de su fallecimiento en 2012. Aún recuerdo cuando el buen Julio escribió: "A los amigos 'adoptadores' solo quiero pedirles un favor: ¡Desadóptenme! No me ha hecho sentir nada bien tanto amor repentino, tanto afecto desmedido, tanto cariño desbordado". Yo, aquí lo confieso, he seguido adoptándote, inolvidable poeta. Un abrazo en dónde te encuentres.