¿Para qué se dejaron fotografiar? Hay distintas versiones sobre esto.,Uno de los bocadillos menores de nuestra política es la foto de dos o más figuras conocidas capturadas comiendo juntas in fraganti. El bocadillo será más suculento cuanto más comprometedora, o por lo menos insólita, parezca la reunión. Esto cae bajo el signo de un periodismo del ampay donde una imagen puede valer muchas, no necesariamente mil, palabras. En realidad como género está de salida. Los teléfonos han llenado la realidad de tantos fotógrafos oficiosos que ya casi no existe algo llamable una reunión secreta. Así, las fotos que llegan a los medios como grandes revelaciones son cada vez más inocuas, y el periodista es el encargado de sacarle algo de filo a una coincidencia generalmente banal, que son la mayoría. Se podrá decir que no todos los encuentros fotografiados son banales. Por ejemplo la reciente instantánea de César Acuña con Joaquín Ramírez. Que el desayuno se realice en un lugar público no le resta elementos de análisis a la imagen, pero sí le quita mucho drama a la implícita denuncia. Es casi seguro, de pronto hasta inevitable, que se conocieran de antes. Quizás no todo bocadillo de estos es realmente político. En muchos casos el propósito, coherente con la era del Facebook, es más despojar a los fotografiados de su privacidad, y de paso quizás también la idea de que los paparazzi anónimos tienen 10,000 ojos. De modo que la tarea de quien no quiere ser fotografiado es simplemente esconderse. Eso no siempre es posible. La foto de Eudocio Ravines, Pedro Beltrán, Víctor Raúl Haya de la Torre y Manuel Odría a la mesa en 1958 fue tomada en un espacio privado, pero eso no impidió que se divulgara, como prueba de un entendimiento político. Era un tiempo sin fotos subrepticias. ¿Para qué se dejaron fotografiar? Hay distintas versiones sobre esto. Sesenta años después hay cafés y restaurantes conocidos como abrevaderos para citas de políticos y afines. Quienes se juntan allí saben que serán vistos, en algunos casos incluso desean ser vistos. Hubo un tiempo en que esos lugares eran la única tierra de nadie fotográfica. Hoy una figura con suficiente potencial polémico puede ser captada hasta en un cumpleaños infantil.