Diversas teorías que buscan explicar el surgimiento de cortes supremas, fiscalías y tribunales constitucionales independientes apuntan al pluralismo político como factor crucial. Sin pluralismo los gobiernos pueden pasar por encima de estas instituciones ante decisiones que los afecten. Donde hay fuerzas políticas compitiendo por el poder, donde no hay claras hegemonías, es más probable que estas instituciones desarrollen y mantengan su independencia. ¿Por qué? Pues porque, de acuerdo a la teoría, las fuerzas políticas de oposición fuertes verán en las cortes un seguro para sus intereses, un espacio donde poder controlar al Ejecutivo. Las defenderán y evitarán su control político. Y el propio gobierno verá una justicia independiente como un seguro para cuando dejen el poder. Estas teorías contienen una gran verdad: el pluralismo parece necesario para ganar independencia. Fujimori, Chávez, Correa o Morales demuestran que Presidentes hegemónicos son barreras a una justicia independiente. Al mismo tiempo, la teoría tiene vacíos y así lo reconocen varios trabajos de política comparada. No toda institución aprovecha esos espacios: si carecen de recursos, tienen culturas internas acostumbradas a la subordinación, hay alta corrupción, pues es probable que sigan en sus trayectorias previas de debilidad. Asimismo, al centrarse en las fuerzas políticas, la teoría obvia que el poder es más diverso y complejo en la sociedad –por ejemplo, poder empresarial también puede afectar a una justicia autónoma–. Más que solo pluralismo político parece necesario y relevante para explicar este tipo de construcción institucional. En el Perú desde la transición no hemos tenido un cambio sustantivo en la justicia a pesar de gozar de cierto pluralismo. Sin embargo, hay procesos lentos e invisibles para el público que han ido en esa dirección. Aumentar sueldos ha permitido atraer mejores profesionales; la necesidad de responder a investigaciones complejas ha mejorado las capacidades de jueces y fiscales; mayores contactos internacionales han dado recursos y conocimientos. La llegada de personas con prestigio interno y externo a su dirección ha reforzado la meritocracia. Considero que hoy estamos en un momento clave, una oportunidad, para ganar independencia y asentar estos cambios. El escándalo Lava Jato tiene la ventaja de venir de fuera. Difícilmente puede ser controlado internamente con un pacto político de los afectados. Un manejo inteligente de sus cabezas, y la presión crítica de diversos actores, podrían llevar a una justicia más profesional e independiente. Si se opta por este esfuerzo, el pluralismo político es valioso pues permite a fiscales y jueces conseguir apoyo en distintos sectores, a veces insospechados o críticos de su acción. No tengo duda de que se estaba investigando a los empresarios de las consorciadas de Odebrecht, pero no creo que se hubiese sido tan firme sin Fuerza Popular demandando –y paradójicamente apuntalando– la acción contra ellos. Del mismo modo, el allanamiento a Fuerza Popular se facilita pues el resto de fuerzas políticas empuja a que no queden fuera de las investigaciones y blinda de la retaliación naranja. La Fiscalía y los jueces vienen ganando reconocimiento entre un sector de la población que les era ajeno. Sin embargo, el juego es complicado y las malas decisiones pueden ser muy costosas. Se está abusando de la prisión preventiva, comenzando con los esposos Humala-Heredia. No solo es injusto, sino suicida si se quiere lograr un proceso que se sostenga. Pocos dudan que Toledo merece la prisión, por ejemplo, pero otros casos requieren pruebas de igual fuerza. Y la evaluación sobre el reciente allanamiento a Fuerza Popular, más allá de lo que pensemos de ese partido, dependerá de que conozcamos los indicios que llevaron a la acción. Si estos fueron pocos, y no hay resultados, la fiscalía habrá dado armas a sus críticos. Como ciudadanos parece que tendremos que movernos entre la vigilancia, el apoyo y la crítica, evitando juzgar desde nuestros gustos políticos. Para que el proceso continúe se debe evitar que vuelvan a la dirección de estas instituciones personajes grises. Y criticar todo signo de parcialidad. Ojalá desde las instituciones de justicia alguien esté viendo el episodio como una oportunidad de cambio institucional.