A 100 días de encarcelado, mantener al matrimonio Humala preso está exigiendo incorporar nuevas acusaciones al tema. Hace poco ha sido atizar las casi apagadas brasas del caso Emerson Fasabi, con un pedido de exhumación. Ahora último han aparecido declaraciones del marquetero político brasileño Valdemir Garreta. Esto mientras sigue dando vueltas el caso del Capitán Carlos. Para los abogados defensores nada en el complejo de imputaciones en marcha justifica mantener a Ollanta Humala y a Nadine Heredia bajo prisión preventiva, pero hasta ahora sus argumentos no han convencido al sistema judicial. Probablemente fiscales y jueces verían la rectificación de lo actuado como una suerte de derrota. Mientras tanto los Humala intentan sumar a su defensa legal una defensa política. La contratación de un abogado dinámico y mediático como César Nakasaki ha elevado el perfil de la causa ante la opinión pública, y el Partido Nacionalista ha empezado a dar mayores señales de vida. Los reclamos centrales son la injusticia y la inequidad de la prisión de los Humala. A la postre se trata de darle al predicamento de los Humala un carácter de persecución política, algo que los acusados prominentes de estos días invariablemente buscan, y el sistema judicial constantemente niega. Aun de no mediar persecución, la politización de todos estos casos resulta inevitable, por su origen, su trámite, sus consecuencias, y sus protagonistas. Sin embargo la campaña política del Partido Nacionalista está en pañales, y va a seguir así un buen rato. Pues este partido no tiene congresistas, ni masas movilizables en las calles, ni medios de prensa. Quizás su principal activo hoy es el disgusto de buena parte de los abogados con la manera en que se viene usando la prisión preventiva (sin acusación) en casos como el de Humala. ¿Funcionaría una campaña política en forma? Para el gran público la mecánica del vínculo legal acusación-sanción, tal como viene siendo aplicado (y no aplicado) ya supera largamente toda comprensión, y ese es el momento en el que pueden ingresar formas de disgusto como contrapresión a lo que se percibe como una fuerza política ya actuante. Buena parte del problema de Humala está en que el Partido Nacionalista no pasa de ser una entelequia. Se desflecó en cinco años de mala relación de Humala con sus congresistas, y se terminó de desguazar con la decisión de no participar en las elecciones del 2016.