Al terminar el partido en La Bombonera en Buenos Aires, el entrenador del equipo peruano hizo unas declaraciones que me llevaron a una interesante asociación de ideas, en el clásico estilo psicoanalítico diseñado por Freud. Dijo Gareca: “Lo importante es que dependemos de nosotros mismos.” Se estaba refiriendo a la situación del Perú en las eliminatorias, de cara al partido contra Colombia. Sin proponérselo, estaba haciendo una interpretación que iba mucho más allá de los linderos de la cancha de fútbol. En los años sesenta y setenta, la teoría de CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), cuya sede estaba en Santiago de Chile, atribuía a la dependencia de las potencias dominantes, así como al fracaso de las élites económicas locales, el subdesarrollo de los países de nuestra región. La teoría tenía –y tiene– puntos acertados. No obstante adolece, desde la mirada de un psicoanalista, de un problema esencial: culpar a otros de lo que no logramos con nuestro esfuerzo y creatividad. Tal como, en un consultorio, los pacientes pueden pretender eximirse de responsabilidad en la conducción de sus vidas y en la búsqueda de la felicidad, echándole la culpa a sus padres (o a la ausencia de estos), a sus profesores, a sus jefes o al propio psicoanalista. En todos los ejemplos citados, ya sea en las relaciones entre naciones con diversos grados de desarrollo, o en la influencia del pasado en la vida actual de una persona, hay elementos importantes de verdad. La desigualdad de oportunidades, por ejemplo, en un país tan injusto como el Perú, es imposible de soslayar y urgente de combatir. Pero mientras tanto, de nada sirve proyectar en los otros lo que no estamos enfrentando con las herramientas de las que disponemos. Por eso la frase de Gareca cala hondo. En primer lugar, porque los resultados obtenidos hasta el momento con el equipo que dirige, lo demuestran mejor que cien tratados sobre la dependencia. Lo mismo vale para el psicoanálisis: si el paciente no se asume como sujeto (el equivalente a asumirse como ciudadano en la sociedad), seguirá a merced de sus pulsiones y reproches inconscientes, en una búsqueda perpetua de chivos expiatorios en los cuales depositar los aspectos desvalorizados de sí mismo. Gareca ha conseguido insuflar en sus pupilos una mentalidad solidaria, sólida y realista. Todos vemos que la audaz decisión de deshacerse de las estrellas ha convertido a la selección en un equipo de pares. En dinámica de grupos operativos, esto es condición sine qua non para llevar a cabo la tarea del grupo. A lo mejor Gareca, que es argentino, se psicoanalizó. Pero lo cierto es que ha sabido eliminar las resistencias para obtener el objetivo propuesto. Y nos están dando, él y los jugadores peruanos, una gran lección de vida. Algo me dice que tan buen trabajo será recompensado, como se merece, este martes.