Quizás no era su intención original, pero al asumir el camino del disidente, Kenji Fujimori está ayudando a producir un cambio climático en la política de estos tiempos. No lo está efectuando con su avance hacia un poder propio en Fuerza Popular, que es limitado, sino porque su actitud invita a todo el mundo a pensar en posibilidades. Esos escenarios imaginables son: un fujimorismo dividido, un keikismo sin mayoría absoluta, una mayor fragmentación del Congreso, un retorno de Alberto Fujimori a la política, una alianza pública de Pedro Pablo Kuczynski con parte del fujimorismo, e incluso un golpe interno contra toda la familia Fujimori. Quizás deberíamos añadir a la lista la posibilidad de que Kenji Fujimori simplemente pierda el paso y termine neutralizado por la situación que él mismo creó. Por ejemplo una expulsión de FP y una postergación del indulto al padre hasta las calendas griegas, dos cosas que dejarían maltrecho al albertismo que se supone existe en las filas del partido. Son eventos con diversos grados de verosimilitud, de lo probable hasta lo casi imposible. Pero hay una creciente sensación de que el punto muerto en que dos fuerzas monopolizan el juego del poder está de salida, y que debemos esperar más novedades que el flamante viraje de PPK a otros espacios ideológicos, que evoca el de Ollanta Humala. Kenji Fujimori no es el único temor de su hermana Keiko, y tal vez ni siquiera el más serio. Pero sí ha sido hasta ahora el único que se da en un tiempo real político, el de más impacto mediático, y el que más viene afectando la imagen de FP. El encuentro con PPK en torno del nuevo gabinete algo tiene que ver con esta situación. Las posibilidades de este cambio climático se han empezado a poner en evidencia, pero quizás no han empezado a ser pensadas a fondo. Entre otras cosas porque la posibilidad de regresar a una situación Zavala, es decir a un rescate del liberalismo político que acaba de esfumarse, todavía está allí, en el gabinete mismo. Kenji Fujimori tiene que encontrar un papel más estable que el de disidente gracioso, si quiere ser algo más que el paladín de la libertad de su padre. Una expulsión podría ser lo que le abra la puerta a ese camino.