Desde que Evo Morales perdió la esperanza de recuperar por la vía diplomática territorio de Chile para salir al mar, su postura frente al Perú se fue suavizando. Hoy mantiene una posición dura frente a Santiago, y sigue empeñado en obtener resultados por el camino de la Corte Internacional de La Haya. Así, su visita a Lima no pudo haber sido más amable. A pesar de las antiguas acusaciones de que Lima contribuye a un bloque de Bolivia, hoy el Perú es un precedente y un ejemplo de éxito en un juicio de La Haya. A pesar de las diferencias ideológicas, Morales nos ve como lo más parecido a un aliado en esta parte de la región. En consecuencia, un encuentro sin roces. La crítica de Morales al intervencionismo, una obvia puya a la postura del Perú frente a Venezuela, pasó casi inadvertida. Aunque la buena relación es sobre todo gestual, con algunos temas de permanente actualidad. El uso de la zona de Ilo para un puerto boliviano es la sombra de antiguas concesiones (Boliviamar) que no llegaron a cuajar. El discurso sobre integración vial y comercial es positivo, pero no exactamente novedoso. El telón de fondo del encuentro que acaba de darse es que Torre Tagle siempre busca una buena relación con La Paz, pero la relación con Chile tiene muchos más argumentos a su favor. Diplomáticamente hablando Morales es un interlocutor con mucho de impredecible, inclinado a exportar a lo geopolítico asuntos de política interna. Pero podría ser peor. Morales es mucho más chavista en Caracas y La Habana que en la zona andina. Su manejo serio de la economía lo ubica en cifras comparables con las peruanas: un crecimiento anual promedio 2004-2014 de casi 5%, sobre todo gracias a un buen manejo de su gas, informa el Banco Mundial. En el fondo es difícil que las relaciones con Bolivia mejoren mucho si a la vez no mejoran las relaciones entre La Paz y Santiago. Pues lo que tenemos es un triángulo de discrepancias, abiertas o larvadas, en lugar de un triángulo abierto a una integración cabal, como alguna vez, hace ya ciertos años, la imaginó y la expuso Allan Wagner. En el fondo es difícil que las relaciones con Bolivia mejoren mucho si a la vez no mejoran las relaciones entre La Paz y Santiago.