Un partido declinante y urgido de una renovación.,El problema del Apra es que su reputación es inversamente proporcional a la fortuna de Alan García, y cada día que pasa, el problema crece. Pleitos en los congresos apristas no son novedad. El primero que este columnista recuerda fue entre Armando Villanueva y Andrés Townsend, por la candidatura presidencial 1980, al final del gobierno militar. Dos años después de dicha elección, que el Apra perdió ante Fernando Belaunde, vino el movido congreso en el que el entonces joven diputado García se hizo de la secretaría general, que le aseguró la candidatura que en 1985 lo pondría en palacio de gobierno por primera vez, con solo 35 años. Mucho después, en junio del 2011, vino el congreso tras el fracaso electoral que le dio al Apra cuatro curules y donde Mauricio Mulder denunció que el ganador del evento, Jorge del Castillo, lo hizo encerrar en una oficina y luego lo expulsó del encuentro. Pero entonces el Apra ya no era el de antes. Tras el segundo gobierno de García entró a un declive del que aún no sale, y en la elección siguiente solo ganó cinco curules, debiendo retirar al candidato presidencial tanto el 2011 como el 2016, en que postuló García. Siempre ha habido pleitos en el Apra, como en todo partido, pero antes tenía gran peso, mientras hoy parece un equipito que se juega la baja por una crisis profunda y en donde pelean por quién se tira la pelota vieja, la copa oxidada y la camiseta rota. Una expresión de la crisis es que hasta Acción Popular pesa hoy más que el Apra. Los motivos son diversos. Desprestigio general de la política, derechización excesiva, falta de sintonía con la calle y los jóvenes, ser mero furgón de cola del fujimorismo, etc. Por supuesto que no se puede generalizar, pues hay apristas honestos, decentes y valiosos, pero el problema principal del Apra es que la opinión pública lo percibe, con razón y desde hace mucho tiempo, como una de las organizaciones más corruptas del país, que apaña y blinda a tremendos pendejos, algo penosamente cierto. Una imagen que se sigue agravando. Como hoy, en que García/Mulder derrotaron a Del Castillo, y este denuncia sobre el nuevo secretario general, Elías Rodríguez, que “está probado que aceptó haber recibido dádivas de los Sánchez Paredes para sus campañas. ¿Tenemos que aceptar eso para alguien que dirige un partido?”. Pero si lo que dice Del Castillo es cierto, y así parece, ¿por qué aceptó compartir bancada con Rodríguez? La tolerancia y convivencia del Apra con la corrupción está a punto de desaparecer a un partido que se resiste a la renovación, siendo obvio por qué hay quienes lo impiden.