Claudia Sedano es una sobreviviente. Ella logró recuperarse de una feroz golpiza que le provocó daños neurológicos. Su atacante está libre y ella permaneció durante diez días en coma. Héctor David Gómez, de 25 años, forcejeó la puerta de la casa sin conocerla y le propició hasta cuatro golpes contundentes en la cabeza. El motivo: Claudia Sedano intervino en defensa de una vecina que estaba siendo golpeada. El agresor la castigó salvajemente.
Este caso ha sido tipificado por el fiscal como “violencia familiar”, cuando corresponde claramente a un intento de feminicidio. La víctima se trasladará de Tumbes, lugar donde fue agredida, a Lima, para seguir bregando por que su caso no quede impune.
Solsiret Rodríguez fue víctima de feminicidio y su cuerpo, mutilado y desaparecido por tres años. El Poder Judicial ha absuelto a uno de los agresores y exculpado a los cómplices. Luego de conocerse la sentencia, la familia de la estudiante universitaria ha exigido que se revoque la disposición judicial y se haga justicia.
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¿Qué está pasando con esta invisibilización de los crímenes de odio contra las mujeres al momento de impartirse justicia? ¿Qué tecla en el sistema se está apretando mal y se están produciendo estos resultados en los que no existe protección de la víctima y celeridad en el proceso?
En el caso de Claudia Sedano, el victimario se mantiene impune y en libertad. En el caso de Solsiret, no se reconoció en una sentencia ejemplar la enormidad del crimen.
Hasta noviembre del 2023 se han establecido 153 casos de feminicidio. Las tentativas de ese delito ascienden a 237 hasta noviembre. El 48% de los feminicidios corresponden a mujeres de 30 a 59 años de edad y el mayor número de casos se presenta en Lima y Arequipa.
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No es posible que este recrudecimiento de violencia ejercida contra las mujeres no solo sea recibido con displicencia por las autoridades sino que se trate de invisibilizar un delito cuyo agravante es mayor si la víctima es una mujer.