Exrector de la Universidad Nacional de Ingeniería - UNI

El terrorismo en el Perú y la verdad histórica frente a la infamia, por Alfonso López Chau

En su última columna en La República antes de iniciar la campaña electoral, Alfonso López Chau responde ante lo que llama dichos sin asidero.

En las páginas de La República están publicados la mayoría de mis artículos que dan cuenta de nuestra determinación constante de enfrentar al terrorismo y combatirlo políticamente.

1. Sendero

Abimael Guzmán, en una entrevista denominada por ellos “Entrevista del siglo”, sostuvo lo siguiente: “¿Por qué resalto este problema? Porque ahora se nos está hablando de un hayamariateguismo, ¡absurdo! Mariátegui sí fue marxista, Haya nunca ha sido ni marxista ni leninista, ¡nunca! Se ha opuesto siempre a las tesis de Lenin. Esto es necesario destacar porque no se puede consentir estas infamias que, al fin y al cabo, no son sino un frangollo, un engendro para fomentar una alianza de la IU con el APRA en la actualidad; ese es el fondo, el resto superchería bastarda”.

Sobre Sendero y el terrorismo dije, el 26 de mayo de 1986, en La República: “La política, en sentido amplio, debe retomar la conducción que nunca debió abandonar, para buscar solo allí una respuesta totalizadora”. “Es en este espacio de los mitos que la política derrotará a Sendero, porque le ganará la disputa por la hegemonía de su sustrato ancestral. Ellos recuperaron tradiciones para asociarlas a la ideología de la muerte… la política tendrá que recuperarlas para enrumbarlas a la ideología de la vida”.

El 25 de julio de 1987 volví a escribir en La República: debemos “acometer lo que parece ser la única salida estratégica posible: comandar la derrota política de Sendero”.

¿Cómo comandamos la derrota política de Sendero? Lo hicimos con la palabra escrita y oral en todos los foros. Escribimos en 1992 un texto en el número 13 de la revista Apertura. El artículo fue publicado con el título de “Destrucción y restauración”. En él dijimos: “Abimael cayó en menospreciar teórica y políticamente a la tarea para sobredimensionar la forma, el instrumento, el partido; y forma que no expresa a la sustancia deviene en locura, en malabar hueco realizado en el aire, y será malabar hueco, con un millón, con dos, con todos los millones de muertos por causa del senderismo, porque ninguna política podrá jamás anular o suplantar leyes que tenían que cumplirse por encima de la voluntad de los hombres. La política solo puede alentar o desalentar cursos, no puede anular realidades”.

Reiteramos que “Abimael y sus acompañantes sabían poco o nada de economía, de ahí que colgaron su proyecto en el vacío, fuera de la realidad y sin perspectiva histórica”; que el senderismo olvidó, o no entendió, el socialismo serio, aquel que bebió de lo mejor de la ciencia económica de su tiempo (Ricardo, Smith, Stuart Mill) y de la filosofía alemana, por ejemplo.

“Sendero recuperó sin crítica y sin procesar lo menos importante, no la sustancia, sino la forma: la teoría del partido. El partido es forma, estatuto, instrumento. Y no hay instrumento bueno si este se divorcia de los contenidos, del límite estratégico final. Es este divorcio lo que convierte al proyecto final de Abimael Guzmán en un ‘proyecto inútil’”.

El 31 de mayo de 1986, nuevamente en La República, ante el asesinato de tres militantes del APRA señalé: “Hoy, ante el dolor de los apristas, un deber mayor nos exige hacer un alto en la lucha para reconocer tres valores en la trinchera”. Hoy, al mismo tiempo, no encuentro mejor manera de testimoniar mi pésame que dejándole la palabra y el mayor espacio a su Maestro.

Y su maestro, Haya de la Torre, tomó la palabra y dijo: “Porque los partidos políticos no pueden sobrepasar lo humano y nosotros aspiramos al gigantesco rol de sobrepasar lo humano y de sobrepasarlo por la acción heroica, por la magnífica gesta de todos los días, elevándonos, superándonos y purificándonos”.

Al citar el famoso discurso de Haya de la Torre pretendimos dar el pésame y convertir el dolor en aliento, y nadie mejor que su Maestro para lograrlo y mostrar una moral superior frente al senderismo.

2. Balance moral

Cinco años después del artículo de 1989 consideramos pertinente realizar un balance moral. Escribimos en 1994 un artículo con el nombre de “Saltar los muros”; en él dijimos: “Tomamos del liberalismo su limpia y transparente preocupación por la persona, por el individuo, por sus derechos y su libertad. Tomamos del socialismo su horizonte ético, su humano reclamo por la justicia, por la igualdad. Aspiramos, por eso, a una sociedad de hombres libres e iguales. Estamos obligados a realizar un nuevo balance moral, a saltar los respectivos muros del estatismo y del liberalismo para buscar un nuevo universo de valores y referencias que suponga y abarque las posiciones encontradas”.

3. Deslinde necesario

En los últimos días ha vuelto a circular un artículo periodístico que escribí hace aproximadamente treinta y seis años. Al releerlo hoy, con la perspectiva que otorgan el tiempo, la experiencia y la responsabilidad pública, debo ser claro: no volvería a escribir ese texto. Ese artículo pertenece a una etapa de mi vida. Es cierto que, pese a mi discrepancia con los caminos elegidos por quienes optaron por el MRTA, el texto puede transmitir una indulgencia indebida. Esa indulgencia solo puede explicarse —no justificarse— por un vínculo personal previo: una amistad juvenil, entre los 15 y los 20 años, que nunca se tradujo en coincidencia ideológica ni política con el terrorismo. Reconocer esto es un acto de responsabilidad. Quiero ser absolutamente claro. En el artículo periodístico sobre Víctor Polay marqué distancia, como siempre lo he hecho. Esa distancia ha sido constante y coherente a lo largo de mi vida pública y privada. No he respaldado, ni respaldo ni respaldaré jamás la violencia como método de acción política. Condeno de manera categórica todas las acciones terroristas ejecutadas por Sendero Luminoso y por el MRTA, particularmente bajo el liderazgo de Víctor Polay. Dichas organizaciones atentaron contra la vida, la libertad, la democracia y el futuro del país. No existe causa alguna que justifique el asesinato, el secuestro, el miedo ni la destrucción del tejido social. El Perú necesita memoria y claridad. Mi compromiso es con la democracia, el Estado de derecho y la resolución de los conflictos por vías pacíficas e institucionales. Ese ha sido mi norte y lo seguirá siendo. Las ideas evolucionan, las personas maduran y los países aprenden. Asumir con franqueza los errores del pasado no debilita una posición política: la fortalece.

Yo condeno al terrorismo y siempre lo he condenado porque la violencia siempre es destructiva y no es la forma de construir una nación. Yo quiero unificar al país, acabar con la corrupción y la delincuencia. Quiero un país donde todos tengamos oportunidades de crecimiento y bienestar, una población bien educada y saludable, servicios públicos de calidad, respeto a las instituciones y a la división de poderes del Estado. Quiero un país que crezca en democracia y libertad, pero con absoluto respeto a las normas. Sueño con esa nación.