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Opinión

Un secreto a Sotto Voce en el LUM, por Augusto Álvarez Rodrich

El problema de inseguridad ahí es real y muy complejo.

larepublica.pe
El problema de inseguridad ahí es real y muy complejo.

Si bien se puede sospechar que la inspección del municipio de Miraflores que originó el cierre del Lugar de la Memoria (LUM) estuvo marcada por la intolerancia, no debiera haber duda de que la seguridad en espacios que reciben público es un asunto prioritario.

Desde hace tiempo hay una corriente de ultraderecha que está ganando espacio político y que tiene una interpretación absurda del conflicto armado interno sufrido en el Perú, que cree que el LUM exalta al terrorismo.

Que el cierre haya ocurrido justo cuando se iba a presentar ahí el informe anual de Amnistía Internacional genera sospecha, al igual que la arenga del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, al de Miraflores: “Basta ya de museos de memoria y reconciliación. Sí te pido, Carlos [Canales], coordinemos para que este sea administrado por las fuerzas armadas, por la policía, que nos cuenten la historia como fue”.

El LUM es un espacio clave para el conocimiento y entendimiento de lo ocurrido en esas dos décadas de muerte y para el fortalecimiento de la democracia, sin perjuicio de que no llegue a satisfacer la expectativa de todos.

Esta columna cree, por ejemplo, que ofrece una visión edulcorada de la tremenda tragedia ocurrida entre los ochenta y noventa, muy distante de la crudeza de espacios del mismo tipo en Berlín, Hiroshima, Santiago o Buenos Aires. Pero es un lugar vivo que se debe seguir construyendo e innovando.

Sin perjuicio de ello, hay un secreto a Sotto Voce en la comunidad vinculada al LUM del que no se habla, aunque se debería: los problemas de inseguridad ahí son reales y serios debido a varios años en los que, por el decreciente interés político por los derechos humanos, el presupuesto asignado al LUM ha disminuido a casi la mitad de lo requerido (S/3.5 millones anuales) para su operación (sin remuneraciones) y mantenimiento, lo cual genera una inseguridad real que debe ser corregida por el bien de la ciudadanía, pues la seguridad también es un derecho humano.

Ajustes presupuestales, de seguridad y de enfoque que debieran ser parte de un debate profundo sobre el financiamiento del LUM y su autonomía frente a la Dirección General de Museos, algo que hoy le resta capacidad de manejo en gestión y asuntos de fondo.