Lo que pocos sabían de Rodolfo Hernández, el candidato que compite con Gustavo Petro por la presidencia de Colombia, es que por años ha guardado un dolor inmenso en su corazón. Su hija Juliana fue secuestrada en 2004 por la guerrilla del ELN y hasta el día de hoy se encuentra desaparecida.
Era la década de los 60 cuando Rodolfo y su esposa, Socorro Oliveros, al no poder concebir, decidieron adoptar una niña, quien inmediatamente se convirtió en la luz de sus ojos. La pareja realizó con éxito la gestión en el orfanato dirigido por religiosas católicas en Bucaramanga.
PUEDES VER: Gustavo Petro o Rodolfo Hernández: ¿quién es favorito para ganar las elecciones en Colombia?
Fue tanta la alegría que inundó el hogar con la niña que Hernández pidió a su esposa regresar al mismo lugar y adoptar un segundo bebé. Querían un hombre y completar la pareja. El pequeño Mauricio se aferró al dedo de Socorro y no se desprendió de ella. Ambos entendieron que se trataba de un mensaje divino.
Luis Carlos y Rodolfo José llegaron después, cuando Socorro, que creía que no podría tener hijos, quedó embarazada.
Juliana se crío como la niña consentida de Rodolfo, mientras que Socorro, aunque era más estricta, se llevaba de maravilla con su hija.
Juliana junto a Rodolfo Hernández y sus hermanos. Foto: Semana
PUEDES VER: Rodolfo Hernández: candidato lloró en vivo al recordar a su hija secuestrada por una guerrilla
La joven se independizó pronto. Rodolfo Hernández le regaló un apartamento, como lo hizo con cada uno de sus hijos para que emprendan su propio camino. El de Juliana está ubicado en el barrio Sotomayor, en el oriente de Bucaramanga, al lado de la iglesia San Pedro. La escritura aún se encuentra a su nombre, reporta Semana.
A Juliana le gustaba la gimnasia, los aeróbicos y visitar a sus padres, hasta que un día dejó de ir. Eso preocupó a Rodolfo, quien la llamaba por teléfono, pero ella no contestaba en su residencia. Además, el lugar permanecía desocupado.
PUEDES VER: Gustavo Petro busca captar el voto feminista en Colombia tras declaraciones machistas de su rival
Las versiones fueron varias. Una de ellas apuntó a que en 2004 salió de su apartamento con un joven a tomar una cerveza. Se dirigían a Ocaña a disfrutar de los festivales de enero. “Yo le pedí que no fuera”, rememora Rodolfo Hernández con un tono amargo.
Luego, Juliana y sus compañeras de quinto semestre de Derecho de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga se hospedaron en una finca. De repente, según versiones de testigos, hombres no identificados se la llevaron del lugar.
Al parecer, eran delincuentes comunes que se enteraron de que era la hija de Rodolfo Hernández, el afamado ingeniero, empresario y constructor de Santander. Una de sus compañeras también fue plagiada, pero días después la dejaron libre. Ella, según contó, no tenía dinero para financiar su liberación y los captores la liberaron.
Juliana junto a sus hermanos Luis Carlos y Rodolfo José en una fiesta de cumpleaños. Foto: Semana
Rodolfo Hernández empezó una búsqueda implacable que paró en 2021. Envió mensajes a grupos armados, que le cobraban a través del teléfono una millonada por su hija, pero él no aceptó porque se trataba de una burda mentira.
Le exigían que —como ocurrió cuando su padre estuvo en cautiverio 135 días por las FARC— fuera y entregara el dinero. El temor en la familia era que él también terminara secuestrado.
Hernández pasó varios años pensando que las FARC habían secuestrado a su pequeña. En Caracol Radio, en abril de 2016, le hicieron el puente con Humberto de la Calle, exjefe negociador de paz con las FARC, quien en la época estaba en La Habana. Él prometió interceder con esa guerrilla, pero ellos, según dijeron, no la tenían en su poder.
La familia confirmó que el ELN había sido el responsable y que la delincuencia la había vendido a esa guerrilla. Hernández, cuando se convirtió en alcalde de Bucaramanga, pidió una cita y habló con el expresidente Juan Manuel Santos. “Le pedí ayuda y él prometió ayudarme. Hizo lo que estuvo a su alcance”, relató el hoy candidato.
Tras el secuestro, la vida en la familia Hernández Oliveros se volvió una pesadilla. Socorro entró en una profunda depresión y Rodolfo, su esposo, se dedicó a tender puentes para encontrar noticias de su hija, pero con la convicción de que no pagaría un peso.
Los años pasaron y los hijos de Rodolfo se hicieron la idea de que Juliana se había ido del país. “A tu hermana la vimos en Unicentro en Bogotá, en Cali”, le dijeron varias veces a uno de los hermanos, pero era falso.
El candidato presidencial empezó a hacer el duelo por su hija en 2021. Hasta ese año, él guardó una leve esperanza de que Juliana se apareciera por su oficina o le enviara un mensaje, que jamás llegó. “Ella está muerta, es lo que creo”, dijo.
Pese a los años, él nunca perdió las esperanzas, ya que el apartamento ubicado en Sotomayor, barrio de Bucaramanga, aún está a nombre de Juliana Hernández Oliveros y con sus pertenencias intactas. Luego se alquiló y el canon mensual va a la cuenta bancaria que aparece a nombre de la joven.
“Jurídicamente, Juliana está viva: pagamos los impuestos de ella, la retención en la fuente. Todo lo que ella tiene se maneja como si estuviera en otro país, y cuando venga, si ocurre un milagro, se le entregan las cuentas”, dijo su hermano.
Mediante una acción judicial, Rodolfo Hernández espera que a su hija la declaren como víctima de desaparición forzada y así sus cosas pasarán automáticamente a nombre de su madre, Socorro.
“No creo que ella esté viva. Si lo estuviera, ya me hubiera mandado una razón. A ella la ajusticiaron, seguramente, ante mi negativa de no sacar plata para pagar al grupo armado”, finalizó el candidato.