Ubicado a pocos metros del palacio presidencial, el Hospital 601 de Siria no es solo un centro de salud, sino un campo de concentración, una cámara de torturas y un depósito de cadáveres.,Tras las manifestaciones antigubernamentales acaecidas en el año 2011, la medicina en Siria se convirtió en la mejor arma para acabar con las revueltas. Se realizaban amputaciones por heridas menores, los hospitales militares recibían prisioneros a quienes no alimentaban, para mantenerlos vivos pero con hambre. Según la Red Siria de Derechos Humanos, al 2016 más de 10 mil personas fueron arrestadas o desaparecidas. Bashar-al-Assad, presidente de Siria, ha calificado las fotografías del Hospital 601 difundidas en 2014 como "noticias falsas". En ellas se ve imágenes de torturas reales, situaciones que se siguen viviendo en el referido país, y que lastimosamente no solo se han dado en aquel supuesto centro de salud. Según una investigación del medio estadounidense Washington Post, una docena de sobrevivientes y exmilitares, distribuidos en el Líbano, Turquía y Europa, declararon que en los hospitales sufren y mueren incluso personas que hicieron comentarios contra el Gobierno en las redes sociales. PUEDES VER: Esperaban evacuación y mueren más de 100 en Siria Otro de los casos más recordados es el de un activista de Damasco, Mohsen al-Masri, quien participó en el levantamiento de 2011. De manera pacífica realizaba intervenciones callejeras con pelotas de ping-pong pintadas de colores y con la palabra "libertad". Al ser capturado, fue torturado durante dos años en cuatro centros de detención, antes de llegar al Hospital 601, donde asegura haber visto el peor sistema de brutalidad. "Nos arrastraron a un sistema que nos estaba esperando. Hasta los hospitales eran mataderos. Aunque se sintiera desfallecer, nunca pensó siquiera en alzar la mano cuando los guardias preguntaban si alguien necesitaba asistencia médica. Teníamos que fingir que estábamos bien. Los que salían en esos viajes rara vez volvían", manifestó. En aquel hospital, lo encadenaron a otro prisionero y le ataron un número a su cuerpo, le quitaron la venda que le habían colocado en los ojos y le dieron una golpiza de bienvenida. El Washington Post también denuncia que se ha detenido a niños, quienes han sido golpeados, quemados con cigarrillos y sometidos a torturas, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas de 2013. Otra de las acciones atroces que recuerda Masri es la que realizó un guardia con el sobrenombre de Azrael. Este llevaba un garrote acondicionado con cuchillas de afeitar y seleccionaba a los prisioneros, convenientemente debilitados, para someterlos. En una ocasión derritió una bolsa de plástico sobre la cara de un detenido, gota a gota, a tal punto que el hombre murió. Su cadáver quedó en la cama donde se hacinaban otras tres personas, vivas, hasta el día siguiente.