
En 1997, un Burger King en Corea del Sur, fue escenario de un atroz crimen. En Itaewon, un conocido distrito nocturno de Seúl, Jo Jung-pil se acercó a un local luego de cumplir con su día normal de clases como estudiante universitario, acompañado de su pareja quien cursaba su misma carrera. Sin embargo, ninguno de los dos pensó que esa inocente salida acabaría con un trágico asesinato y más de 10 años de búsqueda de justicia.
Tras hacerse público el asesinato de Jo Jung-pil, el actuar de las autoridades generó críticas en el país asiático, tanto en la investigación como en los arrestos de los culpables. Ambos tenían ciudadanía estadounidense y no fueron procesados como se debía, ya que las pruebas no fueron suficientes. Uno de ellos recién fue sentenciado en el 2016, casi 20 años después del suceso, mientras que el segundo fue absuelto en 1998 al no encontrarse con datos suficientes, lo que anuló su sentencia.
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Jo Jung-Pil era un joven estudiante de ingenieria de 22 años que, acompañado de su novia, paseaban por el distrito de Itaewon. Este lugar se caracteriza por su concurrida vida nocturna, llena de todo tipo de establecimientos para el disfrute de turistas y locales. A Jung-pil le dio ganas de entrar al baño, por lo que decidieron entrar a un local de comida rápida para que, mientras la mujer hacía un pedido, él pudiera acercarse a los servicios.
Mientras la pareja paseaba por Itaewon, un grupo de 20 jóvenes realizaba una fiesta en el cuarto piso del mismo edificio donde se encontraba la cadena. Los amigos decidieron bajar para comer algo para luego continuar con el festejo. Ahí, Arthur Patterson, de 17 años, sacó un cuchillo, para cortar su hamburguesa. Esto motivó al grupo a hablar sobre navajas y, según testigos, la conversación se tornó tensa cuando Edward Lee, de 18, mostró una extraña fascinación por el puñal
El grupo luego se dispersó entre los que volvieron al cuarto piso, los que salieron a tomar aire y los dos hombres, que se quedaron en el local hablando de armas. Ambos eran jóvenes coreanos estadounidenses, que venían de familias acomodadas con viajes recurrentes entre ambas naciones. Al ver entrar a Jo Jung-pil al baño, ellos lo siguieron. Lo que sucedió ahí aún no es muy claro, aun a día de hoy, pero el desenlace fue el cruel crimen contra el estudiante.
Arthur Petterson fue extraditado a Corea del Sur recién en 2016, casi 20 años después del crimen, y acusado a 20 años de prisión en el país asíatico. Foto: AFP
La policía actuó de inmediato y capturó a Edward Lee y a Arthur Patterson a penas dos días después del crimen. Sin embargo, la celeridad de su captura no fue equivalente al proceso que siguió después. Entre ambos se echaban la culpa del hecho, diciendo que el otro fue quien atacó a Jung-pil. Incluso Patterson contó una historia de un tercer atacante desconocido, siendo él solo el único testigo.
El repudio público no se hizo esperar, y los ciudadanos culpaban a la empresa de comida rápida por la falta de pruebas, ya que limpiaron la escena muy rápido. Pocos sabían que esa acción se realizó con el permiso de las autoridades. Lo que siguió fue una serie de irregularidades, donde se incluyó un cuestionable prueba de polígrafo, la acusación solamente a Edward y una falla burocrática que permitió que Arthur pudiera escapar a EE. UU.
'El caso del homicidio en Itaewon' película del 2009 dirigida por Ki-Seon Hong, reavivó el descontento social en torno al caso en el que se inspiró. Foto: Ki-Seon Hong
Lastimosamente, el caso no tuvo avances significativos en los años siguientes. No fue hasta el 2009 cuando la película ‘El caso del homicidio en Itaewon’ se estrenó y reavivó el descontento social con el proceder de la justicia. Así, se logró una orden de extradición para Patterson en el 2011. Sin embargo, su defensa utilizó el recurso de hábeas corpus, diciendo que la cantidad de años pasados y las irregularidades perjudicarían al acusado. Sin embargo, recién en el 2015 fue llevado a Corea del Sur y en enero del 2016 fue sentenciado a 20 años de prisión, la pena máxima para un menor en el país asíatico.
Por su lado, Edward Lee se declaró culpable delante de un abogado, pero se rectificó días después en 1998. Fue sentenciado por portar un arma de manera ilegal por obstrucción de la justicia, a 18 meses y liberado antes al anularla por falta de pruebas. Pese a que su amigo sí fue juzgado por el crimen, Lee no podrá volver a ser acusado. La ley surcoreana dice que no se puede llevar al estrado a una persona dos veces por el mismo crimen.

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