
Durante las últimas semanas, una nueva variante del Covid-19, denominada NB.1.8.1, ha ganado presencia en distintos países y ha generado alerta en la comunidad científica. Su rápida propagación en China y otras regiones de Asia, seguida de su llegada a Estados Unidos, ha encendido las alarmas sobre su potencial impacto en la salud pública global.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), NB.1.8.1 fue clasificada como variante bajo monitoreo (VUM) el 23 de mayo de 2025, luego de registrar un incremento significativo en su prevalencia global. Aunque no se ha demostrado que cause una enfermedad más grave, expertos advierten que posee mutaciones que le otorgan mayor capacidad de transmisión y evasión inmunológica.
La variante NB.1.8.1 presenta mutaciones que aumentan su afinidad por las células humanas y dificultan la acción de ciertos anticuerpos neutralizantes. Según estudios recientes revisados por la OMS, el sistema inmunológico la neutraliza entre 1.5 y 1.6 veces menos que a la variante LP.8.1, que fue la más común el invierno pasado.
Esto quiere decir que los anticuerpos que nuestro organismo produce, ya sea por vacunas o por infecciones anteriores, no la reconocen tan bien, lo que puede facilitar que se propague más rápido y aumenta el riesgo de reinfección.
El brote de NB.1.8.1 ha tenido un fuerte impacto en China, donde se registraron aumentos repentinos de hospitalizaciones y visitas a salas de emergencia, según reportes de Forbes. Hong Kong y Taiwán también experimentaron un repunte considerable de casos. Las autoridades sanitarias de esas regiones respondieron con medidas preventivas como la recomendación del uso de mascarillas en espacios públicos y el almacenamiento de vacunas y antivirales para contener la ola de contagios.
Los especialistas atribuyen esta propagación a la capacidad de la variante para unirse con mayor facilidad a las células humanas, lo que facilita su transmisión. Además, las mutaciones detectadas le otorgan una ventaja competitiva frente a otras variantes como XFG, que también circula en América del Norte y Europa. La prevalencia de NB.1.8.1 en varios países, según la OMS, pasó de 2.5% a 10.7% en solo cuatro semanas, entre marzo y abril de 2025.
El fenómeno también coincide con un patrón estacional habitual: los repuntes de infecciones respiratorias durante la primavera y el verano. Sin embargo, la combinación de factores biológicos y sociales ha intensificado el impacto de NB.1.8.1 en zonas con baja cobertura de vacunación actualizada.
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En Estados Unidos, los primeros casos de NB.1.8.1 se detectaron a través de programas de vigilancia en aeropuertos internacionales, especialmente en California, Virginia, Nueva York y Hawái. También se han confirmado contagios en estados como Ohio y Rhode Island, de acuerdo con informes de CBS News y Forbes. A pesar de la creciente circulación, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) no han incorporado aún esta variante en su panel oficial de monitoreo debido al número limitado de secuencias reportadas.
Una de las mayores preocupaciones actuales gira en torno a las restricciones impuestas por la FDA para el acceso a nuevas vacunas de refuerzo. Bajo la dirección del Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., la agencia exigirá nuevos ensayos clínicos antes de autorizar dosis actualizadas para el público general. Solo personas mayores de 65 años o con condiciones crónicas podrían recibirlas este otoño. “Esto puede retrasar el acceso generalizado y crear confusión sobre la elegibilidad”, advirtió a CBS News, el doctor Subhash Verma, de la Universidad de Nevada.
La falta de una estrategia clara para la vigilancia del SARS-CoV-2 en Estados Unidos ha sido objeto de críticas. Cinco años después del inicio de la pandemia, medios como Forbes señalan que el país aún no cuenta con un sistema integral y coordinado para monitorear el virus de manera efectiva. Además, los recortes en personal y recursos en agencias clave como el CDC y el NIH durante la administración Trump han complicado la capacidad de respuesta, lo que deja a la población con menos orientación frente a la aparición de nuevas variantes.
"No podría estar más contento de anunciar que, a partir de hoy, la vacuna del covid para niños sanos y mujeres embarazadas sanas ha sido retirada del calendario de vacunación recomendado por los CDC", comunicó Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud estadounidense, mediante un video publicado en su cuenta de X, este 27 de mayo.
La decisión, que fue presentada como un cambio basado en “sentido común”, contradice las actuales directrices de los CDC, que sostienen que la inmunización es especialmente importante durante el embarazo. En su sitio web oficial, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades advierten que las embarazadas tienen mayor riesgo de enfermar gravemente por Covid-19 y recomiendan la vacunación como una medida clave de protección.

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