
En Panamá, un grupo de migrantes venezolanos se enfrenta a difíciles condiciones tras un intento fallido de llegar a Estados Unidos. Tras haber cruzado México y Centroamérica, muchos se encuentran varados en la localidad costera de Miramar (Colón), sin opciones claras de refugio. La mayoría ha rechazado acogerse a los albergues de Panamá o Costa Rica y optan por dormir en la calle o playa, ya que "son centros de detención" donde "los migrantes son criminalizados", según la abogada Gabriela Oviedo, del Centro para la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL).
Estos migrantes han tenido que pagar altas sumas para llegar hasta allí, pero ahora se encuentran atrapados en un proceso que —de acuerdo con algunos expertos— constituye un "flujo de retorno forzado". Mientras esperan continuar su viaje o regresar a su país, denuncian el trato que reciben en los refugios, que no consideran adecuados ni dignos.
Los migrantes venezolanos que llegan a Panamá y Costa Rica huyen de una crisis humanitaria y económica en su país. Sin embargo, muchos se ven forzados a regresar debido a las estrictas políticas migratorias implementadas por Estados Unidos. Al llegar a Panamá y Costa Rica, los migrantes son enviados a refugios ubicados en zonas remotas. Según sus testimonios, las condiciones en estos lugares son inadecuadas y no cumplen con los derechos humanos básicos.
Varios migrantes, como Víctor Díaz, de 19 años, afirman que los tratan como "delincuentes". Además, se denuncia que los refugios están bajo custodia policial y no permiten que los migrantes tengan libertad de movimiento ni acceso a asesoría legal, lo que complica aún más su situación. En palabras de Díaz: "Te tienen ahí como si fueras un delincuente, estás preso. La gente prefiere caminar".
Los migrantes venezolanos siguen buscando una salida en medio de un proceso de movilidad forzada que no ofrece respuestas claras. Foto: AFP.
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La migración inversa ha sido impulsada por las políticas más estrictas de Estados Unidos. La eliminación de la aplicación CBP One, que permitía a los migrantes solicitar citas para asilo, ha forzado a miles de venezolanos a regresar a sus países de origen o seguir su camino hacia el sur. En el caso de los migrantes que quedan atrapados en el Caribe panameño, este retorno no es una opción voluntaria, sino una consecuencia de las políticas migratorias restrictivas.
"La migración inversa no es un retorno voluntario, sino el reflejo de una crisis mayor", afirma Diego Chaves, analista del Instituto de Política Migratoria. Los migrantes, como Luis Montilla, que se encuentra en Miramar, aseguran que las condiciones en los refugios no son dignas, por lo que prefieren enfrentar otros riesgos, como el mar o la calle, antes que ser confinados en estos lugares.
El Gobierno de Panamá, junto con Costa Rica, ha establecido un plan para trasladar a los migrantes a refugios en áreas fronterizas, a través de un sistema de transporte que debe ser pagado por los propios migrantes. Sin embargo, muchos rechazan esta opción debido a las condiciones de los refugios, donde sienten que su libertad de movimiento está restringida.
Jinnelis Navas, migrante de 50 años, llegó a Miramar con diez familiares y expresó que la situación vivida en los albergues en México fue tan difícil que prefiere arriesgarse a caminar hacia el sur. "No nos entregamos a las autoridades", explicó Navas, quien huye de una crisis en su país.

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