El sospechoso del asesinato de tres niñas, el 29 de julio en Southport, en el noroeste de Inglaterra, durante una clase de baile, fue acusado de producir un veneno mortal y de delito "terrorista", informó el martes la policía británica.
Los nuevos cargos contra Axel Rudakubana, de 18 años, se producen después de que la policía registrara su domicilio y encontrara un manual de entrenamiento de Al Qaeda.
El adolescente ya había sido acusado del asesinato a puñaladas de las niñas, un ataque que provocó disturbios promovidos por la extrema derecha en Reino Unido.
Rudakubana está acusado de "posesión de información (...) que puede ser útil a una persona que comete o prepara un acto de terrorismo", señaló Serena Kennedy, responsable de la policía de Merseyside, en el noroeste de Inglaterra.
Al detenido también se le acusa de "producir una toxina biológica", un veneno identificado en su domicilio, explicó la responsable de policía.
"Hasta ahora, la policía no ha declarado el ataque como un incidente terrorista. Reconozco que las nuevas acusaciones pueden llevar a especulaciones", dijo Kennedy.
"Desaconsejamos que se especule sobre las motivaciones", añadió la responsable, recordando que el juicio está previsto para enero.
"Les pido paciencia, que no se dejen llevar por especulaciones y no crean todo lo que leen en redes sociales", insistió Kennedy.
El sospechoso del triple asesinato fue presentado inicialmente en las redes sociales, de forma errónea, como un solicitante de asilo de confesión musulmana.
Posteriormente se reveló que se trataba de Axel Rudakubana, que cumplió 18 años días después del ataque, nacido en la ciudad galesa de Cardiff, en una familia originaria de Ruanda, un país predominantemente cristiano.
El acusado entró en un edificio donde se realizaba un curso de baile para niños de entre seis y once años y empezó a agredir a los menores.
El ataque dejó tres niñas muertas, de seis, siete y nueve años, y un saldo de otros ocho niños heridos, además de dos adultos.
Entre los centenares de detenidos tras los disturbios posteriores al ataque, se dictaron más de 200 condenas, casi todas con penas de prisión.
Aquellos disturbios significaron la primera crisis del ejecutivo laborista de Keir Starmer, que llegó al poder tras las elecciones del 4 de julio, después de catorce años de gobiernos conservadores.
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