El diagnóstico de los expertos es contundente: los mares, los suelos y los seres vivos que albergan están amenazados por la destructiva mano del hombre, que debe hacer la "paz con la naturaleza" para evitar un desastre.
¿Cuáles son los datos que alarman a la comunidad científica y llevaron al mundo a adoptar 23 objetivos en el acuerdo Kunming-Montreal para frenar la hecatombe de aquí a 2030? A continuación un repaso por las cifras claves para las negociaciones de la COP16 de biodiversidad que se desarrolla en Cali.
Alrededor del 75% de la superficie terrestre ha sufrido una degradación significativa a manos del hombre, incluyendo bosques arrasados y ecosistemas urbanizados o convertidos en tierras cultivables. Los humedales, los más afectados, han perdido un 87% de su área en los últimos tres siglos.
Estas son las conclusiones de la IPBES, una plataforma de expertos en biodiversidad de la ONU.
Las consecuencias son variadas: pérdida de hábitat para la fauna, suelos sin nutrientes e infértiles, menos absorción de CO2, deterioro de la calidad del aire, riesgo de zoonosis y menos disponibilidad de agua potable, entre otras.
"La degradación de la tierra por actividades humanas está comprometiendo el bienestar de al menos 3.200 millones de personas", estimó la IPBES en 2018. Y "la población en zonas áridas pasará de 2.700 millones en 2010 a 4.000 millones en 2050".
No todo está perdido: "los beneficios de restaurar suelos son diez veces superiores al costo de dañarlos", según la plataforma científica. Uno de los 23 objetivos acordados en la COP15 es que los países restauren el 30% de las tierras degradadas para 2030.
De los 8 millones de especies animales y vegetales que hay en el planeta, un millón están amenazadas de extinción, según la IPBES. Para llegar a esta cifra, la plataforma científica utilizó una estimación "conservadora" del 10% de las especies de insectos en riesgo, es decir, unos 600.000.
El total de especies en peligro de extinción es veinte veces superior al de la lista roja de la UICN, la referencia mundial, que enumera 46.000 especies amenazadas. Pero el inventario de la UICN se limita a unas 166.000 especies sobre las que hay datos científicos sólidos.
Los polinizadores, esenciales para la reproducción de las plantas y tres cuartas partes de los cultivos que alimentan a la humanidad, son especialmente vulnerables.
Los corales, de los que dependen unos 850 millones de personas para alimentarse y trabajar, son otro ejemplo preocupante: estos animales, cuyos arrecifes albergan una inmensa fauna y protegen las costas actuando como rompeolas, están muriendo a paso récord debido a la acidificación y el calentamiento de los océanos. En un mundo 1,5ºC más cálido que en la era preindustrial, desaparecerían entre el 70 y el 90%. Si la temperatura aumenta a 2ºC la pérdida será del 99%.
Para la ONU, la crisis de la biodiversidad tiene cinco factores, todos de origen humano, apodados los "Cinco Jinetes del Apocalípsis". En orden descendente de preocupación son: destrucción del hábitat, sobreexplotación de los recursos, cambio climático, contaminación y especies invasoras.
Por sí sola, la destrucción de hábitats causó una pérdida de entre el 2 y el 11% de la biodiversidad mundial durante el siglo XX, según un estudio publicado en la revista Science en abril. Pero es el calentamiento global el que podría convertirse en la principal causa de destrucción de la naturaleza de aquí a 2050, según los autores.
Más de la mitad (55%) del producto interno bruto mundial, es decir, 58 billones de dólares, depende "moderadamente o en gran medida" de la naturaleza y sus servicios, según el gigante de la auditoría PwC.
La agricultura, la silvicultura, la pesca y la acuicultura, así como la industria alimentaria, la de bebidas y el sector de la construcción, son los más expuestos. ¿Qué sería de la economía mundial sin cereales, madera, pescado, café, cuero y caucho?
La polinización, el agua y el control de enfermedades también se contabilizan como "servicios prestados por la naturaleza", un concepto omnipresente en los textos de las COP pero que genera rechazo entre los ecologistas, que lo entienden como una forma de "mercantilizar" y "esclavizar" la naturaleza.
La naturaleza presta servicios invaluables a la humanidad y, sin embargo, el dinero público se usa para fomentar actividades que la dañan: extracción de combustibles fósiles, sobrepesca, agricultura intensiva, y más.
¿A cuánto ascienden? Uno de los objetivos del acuerdo Kunming-Montreal es cifrar las subvenciones o exenciones fiscales "nocivas" de aquí a 2025 y reducirlas en "al menos 500.000 millones de dólares anuales" para 2030.
El monto de estas "subvenciones nocivas para el medio ambiente" ha sido estimado en hasta 2,6 billones de dólares anuales, o el 2,5% del PIB mundial, por la organización Earth Track.