Con su abierto respaldo a la campaña del republicano Donald Trump, el fundador de Tesla, Elon Musk, no solo apuesta al regreso del expresidente a la Casa Blanca, sino que subraya su vocación por incidir en las decisiones del mundo.
A inicios de octubre, el millonario empresario de la tecnología apareció por primera vez en un acto político, saltando sobre el escenario al unirse a Trump. Se convirtió también en una nueva fuente de "memes", esas imágenes distorsionadas que aparecen en redes sociales, incluyendo X, propiedad de Musk.
Al mismo tiempo, una entrevista al editorialista conservador Tucker Carlson, llamó la atención, por sus bromas sobre intentos de asesinato de la candidata demócrata Kamala Harris y su preocupación por su futuro si pierde Trump en noviembre.
"Si pierde, estoy jodido", declaró Musk.
El empresario apostó a todo o nada por el exmandatario, con aportes de decenas de millones de dólares para su campaña y dispuesto a asumir un puesto de gobierno si Trump es electo.
Para muchos, el vuelco a la derecha de Musk no es casual: algunos recuerdan que creció en Sudáfrica durante el Apartheid, y creen que ese pasado puede incidir sobre su visión del mundo de hoy, en particular en materia demográfica y migratoria.
El fundador de Tesla asegura siempre que puede, sin pruebas, que los migrantes amenazan la democracia estadounidense.
"En los años 80, la pesadilla de los sudafricanos blancos era que un día los negros se rebelaran y los masacraran", recordó el editorialista británico Simon Kuper en el Financial Times.
Pero recientes experiencias personales pesaron en la evolución política de Musk, en primer lugar el cambio de nombre y género de su hija, Vivian, en 2022, a los 18 años.
Para Elon Musk, a su hijo lo "mató" el "virus woke" promovido por la escuela elitista californiana en donde estudiaba, y eso endureció su discurso político.
Su apoyo a Trump también tiene un costado ligado a su actividad, ya que sus empresas se desarrollan en sectores particularmente regulados y entran frecuentemente en conflicto con las autoridades.
Con Trump en la Casa Blanca, Musk podría ser potencialmente "responsable de su propia regulación, con posibilidad de hacer absolutamente lo que quiera", destacó Rob Enderle, analista de Enderle Group.
Musk tiene un instrumento de influencia real gracias a X y en particular a través de su cuenta en esa red antes llamada Twitter hasta que la compró y la rebautizó. Tiene unos 200 millones de seguidores y suele hacerse eco de contenidos controvertidos cercanos a las ideas de Trump.
La cuasi ausencia de moderación de contenidos en X ofrece una cámara de resonancia a mentiras y distorsiones de la realidad promovidas por algunas cuentas cercanas al exmandatario.
"Tener el respaldo de alguien como Musk, con su propia red social, no es lo mismo que tener su apoyo como simple individuo", consideró Sophie Bjork-James, profesora de Antropología de la Universidad de Vanderbilt.
Incluso va más allá del simple apoyo. Recientemente, un comité de respaldo a la candidatura de Trump lanzado por el empresario prometió pagar 47 dólares a toda persona que consiga que un elector de cualquier estado clave para las elecciones firme una petición en favor de la libertad de expresión y del porte de armas de fuego. "Dinero fácil", posteó Musk en su perfil.
"Su influencia reside en su dinero, su comité de apoyo y X. Y no tiene ningún problema en emplearlos en favor de Trump, incluso si se trata de repetir mentiras que le ayudan", explicó Larry Sabato, director del Centro de Política de la universidad de Virginia.
Los respaldos brindados por Musk muestran que su implicación en política es una extensión natural de su éxito profesional.
"De forma casi sistemática, las innovaciones de Musk se agregaban a cosas que el gobierno quería hacer, pero él las hacía mejor", resumió en el Washington Examiner el profesor Paul Sracic, de la universidad de Youngstown State.
Su orientación política comienza, de todos modos, a cambiar la percepción general sobre sus empresas, empezando por Tesla, "que ya no es la primera opción para mostrar compromiso con el medio ambiente, debido a su asociación (de Musk) con Trump", destaca Mark Hass, consejero de grandes empresas.
Su participación en política es, sin embargo, una novedad en el escenario electoral estadounidense: un gigante de la tecnología, muy rico, con una enorme influencia mediática, con rasgos autoritarios, según la descripción de Hass: podría, si Trump gana, ser "el rey del mundo".