Un descubrimiento arqueológico en Mendoza, Argentina, está brindando nuevos aportes sobre lo que se conoce acerca del imperio incaico. Científicos argentinos del Conicet han encontrado evidencias de asentamientos incas en la Laguna del Diamante, lo que expande significativamente los límites conocidos del Tahuantinsuyo. Este hallazgo, con 500 años de antigüedad, aporta nuevas luces sobre la organización territorial y las prácticas religiosas de los incas.
El estudio, liderado por Sol Zárate Bernardi y Víctor Durán, del Laboratorio de Paleoecología Humana del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas, ha identificado más de cuarenta estructuras que rodean el volcán Maipo y la Laguna del Diamante, ambos considerados sagrados por los incas. Este descubrimiento modifica la comprensión de la geografía incaica en Argentina y además aporta nuevas perspectivas sobre las prácticas ceremoniales y el control territorial en el sur de Sudamérica.
El descubrimiento de estructuras arquitectónicas incaicas fue realizado en 2022 por guardaparques, lo que impulsó un estudio más profundo sobre la importancia histórica del área. Foto: Prensa Conicet
En un hallazgo sin precedentes, un grupo de arqueólogos del Conicet, liderado por Sol Zárate Bernardi y Víctor Durán, identificó más de cuarenta estructuras arquitectónicas incas en el Área Natural Protegida Laguna del Diamante, en la provincia de Mendoza, Argentina. Este descubrimiento demuestra que el imperio incaico se extendió hasta 150 kilómetros más al sur de lo que se pensaba, por lo que modifica las fronteras conocidas del Tahuantinsuyo en Sudamérica.
Las investigaciones, que comenzaron en 2020 y continuaron hasta 2022, revelaron la existencia de un paisaje sagrado en torno al volcán Maipo y la Laguna del Diamante, considerado un sitio ceremonial por los incas. Los arqueólogos encontraron rocas con marcas naturales y antropogénicas de rayos, identificadas como huacas, o lugares sagrados, además de dos grandes conjuntos arquitectónicos observados por especialistas chilenos a través de imágenes satelitales. Estos sitios podrían haber sido utilizados para realizar observaciones astronómicas, como el seguimiento del sol durante el solsticio de diciembre.
Las investigaciones indican que los Incas estaban presentes en la región, lo que sugiere una expansión más allá de lo que se conocía anteriormente. Foto: Unidiversidad
El volcán Maipo y la Laguna del Diamante fueron considerados por los incas como apus, o deidades, lo que resalta la profunda conexión religiosa que esta civilización tenía con la naturaleza. Según Sol Zárate Bernardi, integrante del Laboratorio de Paleoecología Humana del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas del Conicet, los incas creían que los cerros y cuerpos de agua eran habitados por dioses y que estos lugares, como la Laguna del Diamante, eran pacarinas, puntos de origen sagrado para la humanidad.
Entre las estructuras descubiertas, destacan caminos ceremoniales, delimitados por piedras verticales, y muros que alcanzan los 200 metros de largo. También se encontraron recintos circulares conectados por pequeños senderos y geoglifos, figuras grabadas en el suelo con rocas, que confirman el proceso de sacralización del paisaje.
Las estructuras encontradas datan de aproximadamente 500 años, vinculando la historia inca con el presente. Foto: Unidiversidad
El hallazgo en la Laguna del Diamante edefine la extensión geográfica del imperio inca en Argentina y proporciona evidencia crucial sobre sus estrategias de dominación. Antes de este descubrimiento, se creía que el dominio inca en la región llegaba hasta el río Mendoza y el Valle de Uspallata. Sin embargo, el equipo dirigido por Víctor Durán ha encontrado vestigios incaicos mucho más al sur, hasta la cuenca alta del río Diamante.
Este descubrimiento sugiere que los incas utilizaron la fuerza para expandir su territorio, así como el convencimiento religioso. Los estudios indican que los ambientes de altura controlados por los incas servían para mantener una red de tráfico especializado que conectaba el Valle Central chileno con los valles de Uco y Jaurúa, en Mendoza. Además, los arqueólogos han identificado estructuras arquitectónicas que podrían haber sido construidas por mitimaes, grupos de personas trasladadas desde otras regiones del imperio para consolidar el control territorial.
Este hallazgo, financiado por diversas instituciones y en colaboración con universidades extranjeras, arroja luz sobre la compleja estructura política, económica y religiosa de los incas en Sudamérica. Las investigaciones continúan, y los arqueólogos esperan descubrir más información que permita profundizar en la comprensión del pasado prehispánico de la región.