La fortaleza más antigua de América Latina fue construida por los españoles en el siglo XVI y, desde entonces, ha sido un testimonio de la arquitectura militar. Sin embargo, esta bella estructura también desempeñó un papel crucial en la defensa de la ciudad contra ataques piratas y corsarios. A pesar de los años, la fortaleza ha conservado su integridad y sigue siendo una de las atracciones más visitadas de la nación latinoamericana.
Por otro lado, el Real Felipe, en el Callao, Perú, es otra fortaleza notable que también guarda una rica historia. Construida en el siglo XVIII, esta edificación militar fue una pieza clave en la defensa del puerto peruano contra invasores. Aunque más reciente que el otro monumento, el Real Felipe comparte con ella la distinción de ser un bastión de resistencia en la región.
Cristóbal Colón estuvo detenido en el lugar donde se encuentra la fortaleza. Foto: National Geographic
La fortaleza Ozama, situada en la desembocadura del río Ozama en Santo Domingo, República Dominicana, es la más antigua de América Latina. Construida entre 1502 y 1508 por orden del gobernador español Francisco de Garay, su finalidad era proteger la ciudad de los constantes ataques de piratas y corsarios. Esta fortificación es un claro ejemplo de la arquitectura militar del siglo XVI, con su estructura pentagonal y torres defensivas.
La fortaleza Ozama es la más antigua, pero también una de las mejor conservadas. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, su importancia histórica y cultural es innegable. Cada piedra de la fortaleza cuenta una historia de resistencia y protección, y es un símbolo del poderío español en el Nuevo Mundo. Este monumento contaba con varias mazmorras y calabozos, donde estuvieron encarcelados Cristóbal Colón y sus hermanos Diego y Bartolomé, por orden del comendador Francisco de Bobadilla.
La ubicación estratégica en la desembocadura del río Ozama permitía un control eficaz de la entrada a la ciudad. Su construcción, dirigida por Fray Nicolás de Ovando, utilizó piedra coralina local, lo que permitió la creación de una estructura resistente y duradera.
La fortaleza fue diseñada para asemejarse a un castillo medieval, con una torre central de 21 metros de altura y una escalera de caracol que lleva a un mirador. Desde aquí, se puede observar el río y el puerto de Santo Domingo, una ventaja estratégica en caso de ataques. Además, sus calabozos y túneles interiores eran utilizados para mantener prisioneros, incluido Cristóbal Colón en algún momento.
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La fortaleza Ozama fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su importancia histórica y arquitectónica. Esta distinción reconoce su valor como uno de los primeros ejemplos de arquitectura militar europea en el Nuevo Mundo. Además, la fortaleza ha sido testigo de numerosos eventos históricos, desde la época colonial hasta la independencia de la República Dominicana.
La conservación de la fortaleza ha sido una prioridad para las autoridades dominicanas, quienes han llevado a cabo múltiples proyectos de restauración. Estas iniciativas aseguran que la fortaleza Ozama continúe siendo un testimonio vivo de la historia colonial de América Latina y un atractivo turístico de primer orden en Santo Domingo.
La fortaleza Ozama supera al Real Felipe del Callao por 266 años en antigüedad. Mientras que la Ozama fue terminada en 1508, la construcción del Real Felipe comenzó en 1747 y se completó en 1774. Ambas fortalezas, aunque separadas por siglos, comparten similitudes en su función defensiva y en su papel como bastiones contra invasores.
El Real Felipe, como la fortaleza Ozama, fue construido para proteger un puerto crucial de Sudamérica. Su diseño también es pentagonal y cuenta con torres defensivas, lo que refleja la influencia de la arquitectura militar europea. Hoy en día, el Real Felipe es un museo que relata la historia militar de Perú, similar a cómo la fortaleza Ozama narra la historia de la República Dominicana.