El Vaticano presenció un momento fuera de lo común este Domingo de Ramos, cuando el papa Francisco decidió no pronunciar la homilía preparada para más de 25.000 fieles en reflexión. Esta celebración eucarística, que marca el inicio de la Semana Santa, se vivió con sorpresa y preocupación por el bienestar del pontífice. A sus 87 años, el papa enfrenta un serio estado de salud que ha modificado su participación en eventos de gran importancia para la Iglesia Católica.
Como se recuerda, el miércoles 20 de marzo, durante la audiencia general, el papa Francisco tampoco leyó la catequesis preparada y en su lugar lo hizo un colaborador. Según fuentes del Vaticano, el pontífice aseguró no sentirse bien. “Todavía no puedo”, pronunció en referencia a los problemas respiratorios que padece el papa.
PUEDES VER: Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia: ¿por qué se celebra el 24 de marzo en Argentina?
La ausencia de la homilía por parte del Papa Francisco se debe a sus recientes problemas de salud, específicamente a molestias en las rodillas y persistentes problemas respiratorios. Estas dificultades limitan su capacidad para leer textos largos sin fatigarse. En lugar de la esperada homilía, el pontífice optó por un momento de silencio e invitó a los presentes a una reflexión personal. Esta decisión, aunque inesperada, refleja la voluntad del Papa de mantener la esencia de la ceremonia a pesar de las adversidades físicas.
Durante los últimos meses, el papa Francisco ha luchado con episodios de gripe, bronquitis y resfriados que afectaron su agenda. Aunque ha continuado con sus compromisos, el pontífice necesita asistencia para leer sus discursos y catequesis. Esta situación ha llevado a adaptaciones en la manera de llevar a cabo las ceremonias religiosas, y muestra la vulnerabilidad humana del pontífice y su perseverancia ante los desafíos de salud.
La misa del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro se vio engalanada por la tradicional bendición de las palmas y ramas de olivo, simbolizando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Aunque el Papa no participó en la procesión alrededor del obelisco, sí bendijo los ramos desde el altar. La decisión de omitir la homilía no restó solemnidad al evento, que congregó a cardenales, obispos, sacerdotes y fieles en un inicio conmovedor de la Semana Santa.
La historia recuerda otro momento significativo cuando el papa Juan Pablo II, debido a un persistente dolor artrítico, no pudo oficiar la misa del Domingo de Ramos, aunque sí presidió y leyó la homilía. Esta adaptación, motivada por problemas de salud, destaca la importancia de la resiliencia y la adaptabilidad en el ejercicio del pontificado. Al igual que Francisco, Juan Pablo II enfrentó sus limitaciones físicas con dignidad, y mantuvo viva la tradición y el mensaje de la Iglesia.
La homilía del Domingo de Ramos tiene un significado profundo, pues marca el inicio de la Semana Santa, un periodo de reflexión y renovación espiritual para los católicos. Al pronunciarla, el Papa comparte reflexiones sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, y ofrece guía y consuelo a los fieles. La decisión del papa Francisco de omitirla este año, lejos de restar valor al evento, enfatizó la importancia de la meditación personal sobre estos misterios.