En la constante búsqueda de maravillas que nos asombren, Sudamérica ha sido un continente prolífico en ofrecer sitios que embellecen nuestro mundo. La competencia por convertirse en una maravilla del mundo trajo a la luz tesoros de valor incalculable, pues fue un territorio del continente de las 15 finalistas.
Sin embargo, Machu Picchu, en Perú, y el Cristo Redentor, en Brasil, terminaron por ingresar al top de las siete maravillas a nivel global y se convirtieron en las únicas representantes sudamericanas.
Este poderoso competidor, originario de un país vecino y reconocido por su profunda historia y cultura, albergó las fascinantes estatuas monolíticas que han atraído a investigadores y turistas durante generaciones. Pese a su ubicación remota en el océano Pacífico, esta joya sudamericana se midió con otros monumentos a nivel mundial, evidenciando la riqueza del patrimonio cultural y natural de Sudamérica.
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Chile, con la Isla de Pascua, estuvo en la lista de posibles candidatas a convertirse en una de las maravillas a nivel global. Este sitio, ubicado en la remota Polinesia, alberga más de 900 moáis, cuya existencia y propósito continúan siendo un misterio fascinante para el mundo. A pesar de no alcanzar el título, la isla sigue siendo la cosmovisión de la etnia Rapanui y ofrece una ventana única a una de las culturas más intrigantes de la humanidad.
La isla de Pascua se encuentra en el continente de Oceanía. Foto: National Geographic
Se encuentra a más de 3.500 kilómetros de la costa de Chile y es una de las islas habitadas más aisladas del mundo. Foto: Pexels
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El concurso destinado a identificar las siete nuevas maravillas del mundo resaltó lugares emblemáticos tales como Chichén Itzá en México, el Coliseo Romano en Italia, y Machu Picchu en Perú.
Junto a ellos, la Isla de Pascua se erigió como una de las finalistas, junto a otros monumentos notables como la Alhambra de Granada y el Templo de Angkor Wat. Estas selecciones resaltan la diversidad y riqueza cultural y arquitectónica que nuestro planeta tiene para ofrecer. La edición española del Huffington Post compartió la lista de las ocho 'casi' maravillas.
Las finalistas a maravilla del mundo en 2007. Foto: 21 Wonders
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La isla de Pascua se distingue por ser el único territorio en Oceanía donde el español es reconocido como idioma oficial. Esta particularidad es un reflejo de su única historia y su vínculo con Chile, pese a estar geográficamente situada en el océano Pacífico. El español coexiste con el rapanui, lengua originaria de la isla, evidenciando la mezcla cultural que define a este enclave insular.
La historia de la isla de Pascua y su vinculación con Chile es profunda y data del siglo XIX. En 1888, el marino chileno Policarpo Toro anexionó formalmente la isla al territorio chileno, lo que marcó el inicio de una nueva era para Rapa Nui.
La isla es el pico de un gran volcán submarino. Tiene tres principales cráteres volcánicos: Rano Kau, Poike y Terevaka. Foto: Pexels
La isla es el resultado de la actividad volcánica y tiene forma triangular. Foto: Pexels
Desde entonces, la isla ha experimentado transformaciones significativas, especialmente en lo que respecta a la valorización de su patrimonio arqueológico y el desarrollo del turismo. Este vínculo reafirma la posición de la isla como un puente entre las culturas polinesias y el continente sudamericano, enriqueciendo el mosaico cultural de Chile.
Se le dice Isla de Pascua debido a su descubrimiento por los europeos en una fecha significativa. El explorador neerlandés Jacob Roggeveen llegó a la isla el 5 de abril de 1722, día de Pascua de Resurrección. Impresionado por la coincidencia de la fecha, Roggeveen nombró a la isla Paasch-Eyland, que en neerlandés significa "Isla de Pascua". Este nombre se ha mantenido a lo largo de los siglos, aunque los habitantes nativos la conocen como Rapa Nui, un nombre que hace referencia a su herencia cultural y su identidad.