Cuando el australiano James Harrison tenía 14 años se prometió a sí mismo retribuir aquella acción solidaria que le salvó la vida, luego de que se quedó sin un pulmón. De esta manera, desde que alcanzó la mayoría de edad, decidió donar sangre todas las veces que le fuese posible. Pero ni él ni los médicos que lo veían nunca pensaron que el líquido que recorría su cuerpo le permitiría salvarle la vida a más de 2,4 millones de bebés.
De acuerdo con los especialistas, Harrison tenía una inusual, fuerte y persistente cantidad de un anticuerpo llamado inmunoglobulina RHo (D) o Anti-D, que sería la clave para combatir la enfermedad de Rhesus. Esta es una condición en la que la sangre de una mujer embarazada comienza a atacar a las células sanguíneas de su hijo que lleva en el vientre. En el peor de los casos, puede provocar daño cerebral o la muerte de los infantes.
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Dicho descubrimiento sucedió en una época en la que, en Australia, se luchaba por entender por qué miles de embarazos en su país culminaban en abortos espontáneos, muerte fetal o defectos cerebrales en los recién nacidos. Para cuando notaron los anticuerpos, James ya tenía más de 10 años donando sangre, por lo que aceptó intentar disminuir estas cifras.
“Mi pidieron que fuera conejillo de Indias, y he estado donando desde entonces”, señaló al Sydney Morning Herald. Con ello, en poco tiempo, los investigadores lograron desarrollar una inyección llamada Anti-D, que cuenta con el plasma de la sangre de Harrison.
Con su donaciones de sangre, James Harrison salvó la vida de más de 2 millones de bebés. Foto: RTVE
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Durante más de 60 años, y a pesar de su temor por las agujas, James continuó brindando su apoyo para producir millones de inyecciones Anti-D. Ya que cerca del 17% de las gestantes en dicho país requieren de este fármaco, se estima que el denominado 'hombre del brazo de oro' ayudó a 2,4 millones de bebés, según la Cruz Roja australiana.
A los 81 años, tras superar el máximo permitido para ser un donante de sangre, Harrison se sentó en una silla y completó su último aporte en mayo de 2018. Logró un total de 1.173 donaciones, las que incluso salvó la vida de su propio nieto. “Gracias a mi padre, en 1995, di a luz a otro niño sano. Gracias, papá, por darme la oportunidad de tener dos hijos saludables”, expresó su hija Tracey Mellowship.