Dos mujeres iraníes fueron atacadas por un hombre que les arrojó yogur por no usar el hiyab en público, mientras se encontraban dentro de una tienda, en la ciudad nororiental de Shandiz, en Irán.
El video del incidente muestra al hombre acercándose a una de las mujeres sin velo y hablándole antes de proceder a agarrar un recipiente de yogur de la tienda y tirarla contra ambas mujeres.
Tras el hecho, las autoridades iraníes emitieron una orden de arresto contra el hombre "por cargos de comisión de actos insultantes y de perturbación del orden". Sin embargo, también procedieron a hacerlo contra las dos mujeres por "cometer un acto prohibido" por no llevar el velo, indicó la web Mizan Online.
Desde septiembre de 2022, Irán vive un proceso de protestas contra el Gobierno, que inició tras el fallecimiento en una comisaría de la joven Mahsa Amini, detenida por no llevar correctamente el velo islámico en la calle.
Hasta el momento, según indica la agencia de noticias EFE, las protestas dejan cerca de 600 fallecidos, miles de detenidos y un movimiento feminista en alza que reclama derechos humanos e igualdad de género.
Con el lema "Jin, jiyan, azadî" (mujer, vida, libertad en kurdo), miles de mujeres iraníes han salido a las calles para exigir igualdad y libertad. Manifestaciones que, con el paso del tiempo, comenzaron a adquirir una nueva dimensión que engloba varios ámbitos: social, económico y político, ya no es solo por el uso del hiyab.
Según han denunciado activistas entrevistadas por EFE, las niñas y adolescentes iraníes se han convertido en el “blanco” de “los miles de envenenamientos” que se producen en los centros educativos femeninos desde el pasado noviembre.
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"Se trata de una estrategia del Estado para evitar que las niñas vayan a la escuela, quieren hacer cundir el pánico, igual que hicieron cuando mataron a los niños pequeños, para mandarnos un mensaje de mira hasta dónde podemos llegar", dijo a EFE Mojaverian, activista iraní radicada en España.
"Lo que está pasando es algo único en la historia del mundo, cómo es posible que niños que van a aprender y a divertirse a las escuelas, tengan pesadillas por ir", piensa Shadi, otra activista que mantiene su nombre en anonimato, preocupada por sus hermanas menores.