David Lavau ha sido protagonista de una de las historias de supervivencia más excepcionales en Estados Unidos en los últimos 6 años. A sus 67 años, tras chocar con otro auto en California, cayó a un precipicio de 60 metros, donde terminó con graves heridas, pero con vida.
Tuvo fuertes esperanzas en ser encontrado y rescatado por un helicóptero, aunque no fue así. Estaba completamente solo. Entonces ¿cómo logró salvarse a pesar de ello?
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"Estoy volando, ya no hay camino", fueron sus palabras al caer. Foto: ABC
LaVau contó que las dos luces del otro auto lo marearon y provocaron el desvío un 23 de septiembre. “Estoy volando, ya no hay camino”, fueron sus palabras.
El automóvil cayó 200 pies por la ladera de la montaña en un barranco y 50 millas al norte de Los Ángeles. Se quedó atrapado en el fondo de un cañón empinado, esperanzado en ser encontrado y rescatado por un helicóptero.
Tras el paso de las horas, LaVau salió y se percató de la presencia de otro auto. “Mi corazón se detuvo. Había un hombre allí”, dijo mientras se acercaba. Lamentablemente, estaba muerto, lo que significaba que se hallaba solo en ese lugar.
Confesó que solo pensaba en su familia, la cual pasaba por problemas, y quería estar con ellos como último deseo, puesto que creía que iba a morir por encontrarse lejos.
El 28 de septiembre, los hijos de LaVau se percataron de la desaparición de su padre y, pese a las diferencias entre ellos, fueron a buscarlo. Hackearon su correo y su cuenta de Facebook en busca de pistas, pero luego fueron interrumpidos por la Policía cuando rastreó el celular.
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LaVau y su familia unida tomando chocolatada. Foto: ABC
Lavau sobrevivía comiendo hojas, hormigas negras y abejorros, y bebiendo agua sucia del arroyo. Asimismo, dejó un último mensaje en su auto destrozado para que su familia lo lea en caso sea encontrado cuando esté muerto. “No fue mi culpa. Los amo, niños”, dijo.
Sus familiares pudieron tener pistas gracias a que había el hombre había usado su tarjeta de débito para comprar chocolatada en una tienda cercana al lugar donde estaba, antes del accidente. Antes de cerrar los ojos. Lavau escuchó la voz de su hijo Sean: “Hola, ¿hay alguien ahí abajo?”. Inmediatamente, gritó con todas las fuerzas que aún tenía: “¡Ayuda! Estoy aquí junto al agua”.
Su hijo Sean, junto a otro dos, rodaron por la empinada de la montaña y se dirigieron a su padre. “Olía tan mal, pero aun así lo abracé y lo abracé y lo abracé y lloré, lloré y lloré”, dijo Sean Lavau muy emocionado.
Luego de casi una semana intensa, finalmente llegó el helicóptero de rescate y lo primero que le preguntaron era qué podían hacer por él. El hombre, quien sufrió fracturas en las costillas, vértebras, y brazos, respondió “una chocolatada”.
Estuvo seis semanas recuperándose en el hospital. A pesar de los días difíciles, LaVau no se arrepiente, puesto que así logró unir a su familia.