Cuidar a los pacientes, administrar medicamentos y velar por la seguridad sanitaria son acciones que, por lo general, cumplen aquellos que han optado por ejercer la profesión de enfermería. No obstante, la protagonista de esta historia decidió tomar un rumbo distinto y en vez de ayudar al enfermo, prefería terminar con sus vidas, siendo bautizada como ‘el ángel de la muerte’.
Este es el caso de Honora Kelley, una enfermera que torturó y asesinó a 31 personas entre los años 1880 y 1901. Nació el 17 de agosto de 1854 en Boston, Estados Unidos, bajo el seno de una pobre familia irlandesa, siendo ella la menor de tres hermanas. Su madre falleció de tuberculosis cuando tenía un año de edad y su padre no quería criarla, por lo que fue llevada junto a sus hermanas a un asilo de mujeres.
A los 9 años de edad, Kelley ingresó al orfanato para aprender diferentes actividades como la cocina, costura y limpieza. Al año siguiente, las menores fueron llevadas a diferentes hogares como sirvientas y Kelley se convirtió en ayudante de una viuda llamada, Ann Toppan, quien le cambió su nombre a Jane Toppan.
Sin embargo, ‘Jane’, quien creyó que tendría una mejor calidad de vida, terminó por recibir maltratos por parte de Toppan, ya que esta discriminaba a los irlandeses. Según constata el medio New England Historical Society, la familia Toppan transformó la vida de la niña, pues, además de cambiarle su nombre, también decían que era una huérfana italiana.
“Jane también mostró las características de un sociópata, contando mentiras escandalosas: su padre navegó alrededor del mundo, su hermana se casó con un noble inglés, su hermano fue condecorado en Gettysburg por Abraham Lincoln”, informó el medio antes citado.
Es así que la joven tuvo que convivir con Elizabeth, otra sirvienta de la casa. Pero, Jane se sentía menos, ya que ella nunca fue adoptada como sí lo fue su colega.
Ya con 18 años, Jane siguió laborando para Elizabeth hasta el año 1885, hasta que decidió estudiar enfermería, luego de haber sido plantada en el altar. Al terminar su carrera, la joven comenzó a trabajar en el Hospital de Cambridge en Boston, ganándose el apodo de ‘Jolly Jane’ por su carismática forma de ser.
PUEDES VER: Sexo, alcohol y excesos: el perfil de los 19 terroristas de los atentados del 11 de septiembre
A pesar de ello, nadie sospechaba lo que ocultaba su alegre personalidad. “La asesina empezó a darle medicamentos mezclados con veneno a ancianos y pacientes terminales”, afirmó el medio panañemo El Siglo.
“Nadie podría haber adivinado que durante su permanencia en un hospital de Massachusetts, la amable ‘Jolly Jane’ estaba mórbidamente obsesionada con las autopsias, o que realizaba sus propios experimentos fuera del horario laboral con pacientes, obteniendo satisfacción sexual en sus lentas y agonizantes muertes por veneno”, dice el libro del escritor Harold Schechter, “Fatal: La vida venenosa de una asesina en serie”.
Jane, se encargaba de cambiar fechas, horas de ingreso, dosis y demás cosas, esto con la intención de hacer sufrir más a los pacientes, pues les aplicaba grandes cantidades de morfina, estricnina y atropina.
Más adelante, sus compañeros de trabajo comenzaron a escuchar comentarios raros y malintencionados de ella, por lo que estaban al tanto de sus acciones. No obstante, la enfermera ya no se sentía conforme con lo que hacía y empezó a darles opio a los pacientes, cuando de repente fue encontrada con las manos en la masa por la junta médica del hospital.
A pesar de ello, corrió con suerte porque no la reportaron, sino que la despidieron recomendándola para que solo sea enfermera privada. A pesar de ello, las víctimas seguían.
Una mujer de 70 años, identificada como Mary McLear, enfermó cuando se encontraba de visita en Cambridge, por lo que su doctor la mandó con Jane para que la cuidara. A los meses, la anciana murió envenenada. Treinta días después, asesinó a una amistad cercana con estricnina, conoció a su esposa y también la mató dos años más tarde.
Pero uno de los más grandes momentos de Jane fue cuando se vengó de su compañera de la niñez, Elizabeth, luego de que esta tomara una botella de agua envenenada con estricnina que ocasionó su muerte en agosto de 1899. Asimismo, sus macabros actos continuaron por años, hasta que en 1901, la enfermera fue intervenida y arrestada a sus 47 años, luego de terminar con la vida de todos los miembros de la familia Gibbs.
“El suegro de Minnie Gibbs sospechaba que la muerte repentina de toda una familia saludable tenía que ver con un juego sucio. Consultó a un toxicólogo y consiguió que un juez ordenara la exhumación del cuerpo de Minnie. La investigación reveló que murió de envenenamiento por morfina y atropina”, corrobora el portal New England Historical Society.
Una vez en el juicio, Jane confesó haber asesinado a 31 personas, ya que tenía emociones sexuales a la hora de hacerlo, por lo que fue declarada como una persona con problemas mentales. Tras ello, Jane fue sentenciada a cadena perpetua y trasladada al Hospital Psiquiátrico de Taunton, para pasar el resto de sus días hasta su muerte, en 1938.